¿Obesidad y Diabetes?... ¡Algas al rescate!

Cristina Landa Cansigno, Juan Luis Monribot Villanueva, José Antonio Guerrero Analco

La obesidad y la diabetes son enfermedades crónico-degenerativas de gran preocupación a nivel mundial, cuyo origen se asocia al excesivo consumo de carbohidratos presentes en la dieta. Actualmente, los esfuerzos en salúd pública para tratar estas enfermedades buscan reducir su incidencia a través de la prevención. Una de las potenciales alternativas para lo anterior es el uso de productos naturales marinos, destacándose la macroalgas, las cuales son organismos homólogos a las plantas terrestres y de amplia distribución.

Estas plantas han mostrado gran eficacia mostrada en la medicina tradicional de Ásia, además de gran aceptación en la culinaria. Las macroalgas producen moléculas con potencial para el desarrollo de fármacos o suplementos alimenticios efectivos, que promuevan una menor absorción de azúcar. Sin embargo, en México han sido poco estudiados y valorados para el tratamiento de enfermedades. Por ello, el estudio de macroalgas marinas en el litoral veracruzano es relevante para coadyuvar en la prevención de la obesidad y diabetes.

Palabras clave: Macroalgas marinas, productos naturales bioactivos, litoral rocoso veracruzano, diabetes mellitus, obesidad.

Una frase común que hemos escuchado cuando alguien se encuentra fatigado, cansado o con sueño es ¡cómete un dulce! Esto se debe a que el azúcar actúa como un combustible que brinda energía para que nuestro organismo realice sus funciones vitales. La principal fuente de energía de los seres humanos proviene de los carbohidratos que consumimos en la dieta diaria. Los carbohidratos, en específico los polisacáridos, son largas cadenas de unidades de monosacáridos (por ejemplo, glucosa) que se encuentran unidas químicamente entre sí, los cuales encontramos en alimentos como el pan, tortillas, galletas, cereales, papas y plátanos, entre muchos otros. Durante la digestión, los carbohidratos pasan por un proceso de rompimiento de los enlaces químicos llamado hidrólisis. Esto libera la glucosa que es absorbida por las células del intestino delgado para llegar a la sangre, donde es distribuida a todos nuestros tejidos. La hidrolisis de carbohidratos se lleva a cabo por unas enzimas digestivas que se encuentran en nuestro páncreas e intestino (Fig. 1).

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la ingesta diaria de carbohidratos debe estar en balance con la cantidad de energía que gastamos (gasto calórico). En un individuo adulto con un peso corporal sano, la ingesta de carbohidratos oscila entre un 30-40% de una dieta de 2000 calorías. Sin embargo, los hábitos de vida actuales promueven un mayor consumo de carbohidratos y alimentos ricos en azúcares, incrementado excesivamente la glucosa en sangre, estado metabólico del cuerpo conocido como hiperglucemia. Si las células reciben una mayor fuente de energía de la que gastan de manera constante, crean una reserva de la glucosa en forma de grasa. Esto favorece el desarrollo del sobrepeso y la obesidad, los cuales son factores de riesgo a la salud ya que incrementan la incidencia de diabetes (Fig. 2).

Algunas medidas actuales para mitigar o disminuir estos estados de salud desfavorables, incluyen estrategias socioculturales y farmacológicas. Éstas últimas están ligadas al uso de medicinas que inhiban o bloqueen el funcionamiento de las enzimas digestivas que hidrolizan los carbohidratos, disminuyendo así la cantidad de glucosa en sangre tras el consumo de alimentos (postprandial). En este contexto, aunque existen medicamentos aprobados para dicho fin, éstos presentan efectos secundarios adversos de tipo gastrointestinal que limitan su uso entre los pacientes. Por ello la búsqueda de nuevos fármacos que reduzcan la hiperglucemia postprandial prevalece con el fin de prevenir factores de riesgo a la salud.

En México, contamos con extensos litorales que albergan una gran diversidad de organismos. Un grupo a destacar son las algas marinas, organismos homólogos a las plantas terrestres, que poseen una gran variedad de formas, estructuras y tamaños. Las algas marinas son los pulmones de nuestro planeta, ya que proveen la mayor parte del oxígeno que respiramos a través del proceso de la fotosíntesis. Las clasificamos de acuerdo a su tamaño en microalgas (células microscópicas) y macroalgas (organismos observables a simples vista), y en sus pigmentos fotosintéticos (color) en algas rojas (Rhodophyta), pardas (Ochrophyta) y verdes (Chlorophyta) (Fig. 3). El uso de las macroalgas se ha extendido por todo el mundo debido a sus propiedades medicinales para tratar diversas enfermedades incluidas la gota, diabetes, afecciones cardiovasculares, obesidad y cánceres, por mencionar algunas. 

En la última década, el consumo de macroalgas marinas se ha incrementado ya sea para consumo directo en ensaladas, sopas, sushi e incluso en suplementos alimenticios, así como consumo indirecto en la elaboración de fertilizantes, alimento para ganado y aditivos de diversos productos de uso diario como pastas de dientes, jabones, champú, fármacos, nutracéuticos, textiles, gelatinas, productos lácteos y embutidos, por mencionar algunos. El amplio espectro de usos de las algas está ligado a su composición química, es decir, los compuestos que producen, también denominados metabolitos. Los cuales son en parte el resultado de las adaptaciones que han desarrollado estos organismos sésiles, es decir, que viven fijos al sustrato (rocas o arena), para resistir las fluctuaciones ambientales en las que habitan (radiación UV, salinidad, temperatura) y protegerse de los herbívoros.

Sin embargo, las macroalgas distribuidas en México han sido poco exploradas a pesar de la gran diversidad de especies que podemos encontrar en sus litorales (Fig. 4) y de su potencial para reducir diferentes riesgos de salud. El uso y consumo de las algas en México representan una ventana de oportunidades para mejorar la calidad de vida de las personas y disminuir la incidencia de sobrepeso y obesidad. En recientes estudios realizados en el Instituto de Ecología A. C., hemos logrado identificar que algunas macroalgas provenientes de las costas de Veracruz representan fuentes novedosas de metabolitos que pueden coadyuvar a prevenir la obesidad y diabetes a través de la inhibición de las enzimas encargadas de la hidrólisis de carbohidratos (Fig. 5). Por ello, es importante continuar con el estudio de estos organismos para identificar las fuentes naturales más promisorias, así como a las moléculas potenciales que puedan servir para el desarrollo de fármacos o suplementos alimenticios efectivos, que promuevan una menor absorción de azúcar y reduzcan los efectos indeseables de las terapias convencionales.