Palabras clave: contaminación lumínica, biodiversidad, salud

El dominio de la luz artificial en los cielos nocturnos inició a mediados de la década de 1870, cuando se empezaron a usar las primeras lámparas eléctricas de arco en el alumbrado público de las ciudades, que vinieron a reemplazar los faroles de gas, aceite o cebo. Pocos años después se desarrollaron los prototipos de bombilla eléctrica incandescente, que se convertirían en la versión comercial de la lámpara eléctrica o foco de filamento que hoy conocemos. El fácil acceso a la iluminación artificial, con su uso masivo, modificó los estilos de vida de las personas y se posicionó como un rasgo distintivo de la sociedad moderna. Proveyó comodidad y permitió extender los horarios de muchas actividades. Pero el uso inmoderado y abusivo de la iluminación nocturna artificial ha traído consigo inconvenientes insospechados, que han alcanzado niveles como para considerar la intrusión lumínica un problema ambiental. Al principio fueron los astrónomos quienes plantearon el problema de la contaminación lumínica, al notar que el exceso de iluminación nocturna interfería con sus observaciones y que cada vez había menos sitios con condiciones adecuadas para ver las estrellas. Y es que la iluminación nocturna artificial está en casi todos los rincones del planeta, en demasía en muchos casos. El atlas mundial de luminancia artificial del cielo muestra que más del 80% de la población mundial vive bajo cielos con contaminación lumínica (solo pueden ver las estrellas más brillantes) y que la Vía Láctea ya no es visible para más de un tercio de la humanidad 1.

Recién, el 18 de enero de 2021 se incorporó a la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA) el concepto de contaminación lumínica, definiéndola en términos de afectación a las observaciones astronómicas, básicamente. También se incluyó el concepto de luz intrusa, como la iluminación que no cumple la función para la que fue diseñada y no previene la contaminación lumínica (Art 3° XX BIS). La contaminación lumínica ocurre cuando la luz artificial es excesiva o se entromete donde no se desea 2.

Fig 3. Arriba, la República Mexicana y la costa de Veracruz, vistas en la noche desde el espacio. Abajo las mismas vistas,

mostrando niveles de luz radiante. Se estima que 95% de la población de México vive bajo cielos con diferentesgrados de contaminación lumínica 1.

(Fotografías A y B Google Earth. C y D Light pollution map, procesamiento de imágenes y datos por el

Centro Nacional de Datos Geofísicos de la NOAA).

 

Algo más que una molestia, posibles efectos en la salud

Pero el abuso y mal manejo de la iluminación nocturna artificial es motivo de preocupación por otras razones. De juzgarla solo una molestia para la comodidad y calidad de vida de las personas, la luz intrusiva ha pasado a ser un asunto de salud pública. Ahora sabemos que la retina del ojo humano tiene unas células con melanopsina (una substancia fotorreceptora), que al detectar la luz envían señales a la glándula pineal del cerebro indicándole que deje de producir melatonina, porque es de día. La glándula pineal, que es inactiva durante el día, sintetiza melatonina en el crepúsculo y la noche. Esta hormona regula la secreción de otras hormonas asociadas a procesos fisiológicos con ritmos de 24 horas (ritmos circadianos), y tiene que ver con los ciclos de sueño y vigilia, estado de alerta, frecuencia cardiaca y temperatura corporal. Las evidencias indican que la exposición a la luz nocturna artificial puede interrumpir el sueño, disminuir la secreción nocturna de melatonina, y alterar la sincronización de los procesos fisiológicos diarios 3. La desincronización de estos ritmos puede aumentar los riesgos de enfermedades tumorales, diabetes, obesidad y depresión 4. Aunque puede haber múltiples causas, se sospecha que la luz del atardecer o la noche está relacionada con muchos de los trastornos del sueño, una afección que ha alcanzado niveles epidémicos en los países desarrollados en los últimos 40 años 5. Ahora se sabe que, de todo el espectro luminosos, la radiación de luz azul es la más eficiente para detener la secreción de melatonina. Así, la luz azul durante el día puede mejorar el rendimiento y los procesos de aprendizaje, pero su uso por la noche puede acarrear efectos adversos sobre la salud.

Fig 4. La iluminación nocturna puede desorientar a las aves migratorias (A), alterar el comportamiento de

especies crepusculares y nocturnas, como los murciélagos (B), atraer altas concentraciones de insectos y polillas

(C) facilitando su captura por depredadores, o dificultar la comunicación de especies que usan la bioluminiscencia para ubicar pareja,

como las luciérnagas (D). (Fotografías Arturo Hernández Huerta)

 

Impacto sobre la biodiversidad

Desde hace tiempo se sabe que la contaminación lumínica puede desorientar a las aves migratorias nocturnas y las tortugas marinas recién nacidas. Además, se han documentado efectos que incluyen cambios en el comportamiento reproductivo, anidación, alimentación y riesgo de depredación en diversas especies. Pero se ignora aún que tanto esos cambios pueden alterar la estructura de las comunidades. Incluso ahora se sospecha que es un factor adicional, junto con la destrucción del hábitat, cambio climático, agricultura intensiva y contaminación con pesticidas, en la disminución global de poblaciones de insectos. El efecto de la contaminación lumínica puede ser mayor en las especies de regiones tropicales, que están adaptadas a variaciones estacionales de iluminación muy estrechas 6.

Los avances tecnológicos y el interés por mejorar la iluminación y reducir sus costos, han impulsado la sustitución de focos de incandescencia y de gases por lámparas LED, de bajo consumo eléctrico. Su uso supone menor consumo energético, y beneficios concomitantes en ahorro de recursos naturales y reducción de emisiones contaminantes, que los focos convencionales. Pero el uso de la iluminación LED blanco ha incrementado la exposición al espectro de luz azul, y con ello a mayores riesgos de alterar los ritmos cicardianos. Con todo, reducir la contaminación lumínica no es tan difícil, aunque implica cambios culturales y en la forma de ver los problemas. Al margen del tipo de iluminación usada, el desperdicio de luz conlleva emisiones de COy costos económicos innecesarios, con posibles daños en la salud y la biodiversidad. Con un adecuado balance en la intensidad y elección del tipo de luz, fría (blanca) o caliente (amarilla/anaranjada), se pueden aprovechar los beneficios y mitigar los riesgos del espectro lumínico. Con direccionar correctamente la luz a las áreas que se desea iluminar y evitar la intromisión en las propiedades vecinas, se reduciría en gran medida el problema.

La LEGEEPA usa una connotación de contaminación lumínica astronómica que habría que ampliar. Pues esa noción supone que el problema es mayor en áreas urbanas que en las rurales, cuando los riesgos a la salud por intromisión de iluminación nocturna artificial pueden ser similares en ambos casos. Además, los enclaves rurales están en vecindad con mayores porciones de biodiversidad. Percibir el problema en su justa dimensión, rendiría mejores frutos para proteger la salud de la población en general y los ecosistemas.

 

Referencias

  • Falchi, et al. 2016, The new world atlas of artificial night sky brightness. Sci Adv. 2(6): e1600377. 
  • Claudio. 2009. Switch on the night: policies for smarter lighting. Environ Health Perspect, 117(1): A28-31
  • James et al., 2017. Outdoor Light at Night and Breast Cancer Incidence in the Nurses’ Health Study II. Environ Health Perspect. 125(8):087010
  • Holzman. 2010. What's in a color? The unique human health effect of blue light. Environ Health Perspect, 118(1): A22–27
  • Gominak y Stumpf. 2012. The world epidemic of sleep disorders is linked to vitamin D deficiency. Med Hypotheses. 79(2): p. 132-5
  • Longcore y Rich. 2004. Ecological light pollution. Front. Ecol. Env. 2:191–198.

 

Slider: Donde vive Usted ¿todavía se puede ver la Vía Láctea? Un estudio de 2016 1 calcula que 58.3 % de la población de México ya no puede ver la Vía Láctea, debido a la contaminación lumínica. (Fotografía EPA Anthony Anex).