Tragones con causa

Denisse Maldonado Sánchez* e Ismael Guzmán Valdivieso*

Nuestros hábitos de alimentación influyen significativamente en las emisiones de efecto invernadero, prioricemos opciones que disminuyan significativamente el impacto ambiental.

Cada vez es más notoria la conciencia que se toma al respecto del cambio climático y son menos quienes permanecen indiferentes ante los problemas casi dantescos provocados por este fenómeno, como las sequías, el deshielo, incendios forestales, entre otros. Pero ante esa conciencia genuina, es posible que resulte difícil establecer una conexión entre nuestro día a día y la supervivencia de los osos polares, o peor aún, desconocemos cómo podríamos personalmente contribuir para disminuir, o en el mejor de los casos, revertir esta situación. 

Una forma de entender y de medir el impacto de nuestras acciones es mediante lo que se conoce como huella de carbono, la cual podemos definir como “la suma total de todas las emisiones de gases de efecto invernadero que se produjeron para que se fabricara un producto o se realizara una actividad”. Estos productos y actividades se dividen en cuatro categorías principales: consumo de energía doméstica, transporte, alimentación y todo lo demás (la cantidad de chácharas que compramos; ropa, juguetes, dispositivos, etc.).

En 2023 se cuantificó que la media mundial de un ciudadano es de 4.75 toneladas de dióxido de carbono al año. Sin embargo, en Estados Unidos la media es de ¡14.30 toneladas!, esto quiere decir que a un estadounidense promedio le toma poco menos de 100 días igualar la huella que mexicano promedio tiene en un año (que, para que tengas el dato es de 3.72 toneladas). Si bien hacer el cálculo de la huella de carbono no es fácil, sí se sabe que normalmente las acciones que una persona puede tomar para reducir su huella dependerán de su estilo de vida. Actualmente existen infinidad de calculadoras (como la de The Nature Conservancy: https://www.nature.org/en-us/get-involved/how-to-help/carbon-footprint-calculator/) por si te interesa estimar la generación de dióxido de carbono que producen tus hábitos y recibir una serie de recomendaciones para disminuir tu huella al final del cálculo. 

Fig 1. Estimación global de emisión de gases invernadero a través de siete etapas en la cadena de suministros

 

En aras de aportar un poco al conocimiento de tu huella, usaremos como ejemplo la huella de carbono de la categoría “alimentación”, ya que la producción de alimento es la responsable del 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero global. Veamos entonces si con nuestras elecciones alimentarias podríamos influir significativamente en nuestra huella de carbono.

Seguramente has escuchado que una persona que consume carne de res con regularidad tiene una huella de carbono mayor que una persona vegana, o que el impacto de lo que comes es mayor en función de dónde provenga la comida; “come local” reza el slogan. Pero ¿de dónde provienen las emisiones de carbono de nuestra comida? En un estudio realizado en 2018 a nivel global, se estimó para una serie de productos alimenticios, de qué etapa de la cadena de suministro provienen sus emisiones; evaluando el uso del suelo, la aplicación de fertilizantes, la fermentación (el metano en los estómagos del ganado), el procesamiento, el transporte, la venta minorista y el empacado.

La primera conclusión del estudio es que las diferencias son enormes entre los alimentos de origen animal y los de origen vegetal: producir un kilo de carne de res genera 80kg de gases de efecto invernadero, mientras que los chícharos apenas producen 1kg de gases invernadero por kilo de producto. Otro hallazgo interesante es que, en la mayoría de los productos el 80% de su huella de carbono proviene de la etapa de uso de suelo y agrícola, lo que significa que las etapas de la cadena de suministro posteriores a la granja (o sea el transporte, procesamiento, venta y envasado) en realidad contribuyen, en la mayoría de los productos, con una fracción minúscula de las emisiones (Figura 1). Sin embargo, los alimentos que se transportan por vía aérea representan una excepción, ya que para estos productos las emisiones pueden ser muy altas; el transporte aéreo emite 50 veces más CO2 que el transporte marítimo.

En conclusión, ¿Qué recomendaciones seguir para reducir la huella de carbono cuando desayuno, como y ceno? Come menos carne y lácteos e intenta sustituir la carne de res por pollo o cerdo. Enfócate en lo que comes y no tanto en si tus alimentos son locales, eso sí, evita lo más posible alimentos transportados por vía aérea. Cada acción cuenta para lograr un planeta sostenible.

 

Referencias

  • Berners-Lee M. 2022. The carbon footprint of everything. Greystone Books. 312pp.
  • Poore J. y Nemecek T. 2018. Reducing food´s environmental impacts through producers and consumers. Science 360, 987-992
  • Ritchie H. 2020. You want to reduce the carbon footprint of your food? Focus on what you eat, not whether your food is local. OurWorldInData.org

 

*Red de Biología Evolutiva