No son ellas,… somos nosotros: paradójicamente una planta parásita benéfica y su malentendida relación con sus hospederos

Juan Francisco Ornelas

Cualquier amante de la naturaleza, o aquellos no tan preocupados por el medio ambiente, habrán notado en los árboles de los jardines o de los fragmentos de bosque mesófilo de montaña que rodean a la ciudad de Xalapa, a unas plantas parásitas conocidas como muérdagos. Dado el color llamativo de las flores de una de las especies de estas parásitas, no es difícil notar su presencia y, por lo tanto, cuando vemos muchas de estas plantas podemos pensar que están invadiendo nuestro entorno y que hay que eliminarlas! Aunque estas intenciones pueden ser bien recibidas, son por demás simplistas.

Se piensa que estas plantas son inconvenientes porque dependen del agua y minerales y hasta el 80% del carbón del árbol hospedero, pero por su capacidad fotosintética desde muy temprana edad, la toma de carbono del hospedero solo ocurre antes de su establecimiento (un par de semanas) y, por lo tanto, sus efectos sobre el hospedero dependerán de la condición y disponibilidad de agua y minerales de este.

Paradójicamente, ser un parásito de plantas no significa que los muérdagos no tengan cualidades positivas. En los alrededores de Xalapa, el muérdago Psittacanthus schiedeanus (Fig. 1) crece sobre ramas de hasta 20 especies de árboles, aislados o en los bordes del bosque, con las infecciones más severas en liquidámbar, varias especies de encinos y en el huisle o huizache. Estos muérdagos proveen varios recursos a la fauna del bosque. En el verano, florecen copiosamente y el néctar en sus flores es consumido por varias especies de colibríes, y otras especies de aves passerinas, mariposas, avispas, abejas, y abejorros (Fig. 2). Como sus flores duran varios días abiertas, es posible que también las visiten bichos crepusculares o nocturnos (palomillas, murciélagos), pero eso no se ha estudiado. Entre este ensamble de visitantes florales (red de interacciones) están sus polinizadores, aunque su eficiencia y efectividad como vectores de polen no ha sido demostrada. El néctar de estos muérdagos es el recurso más crítico durante el verano porqué no hay otras especies de plantas floreciendo que sean tan abundantes. En el invierno, estos muérdagos producen frutos ricos en lípidos, alimento crítico para varias especies de aves migratorias y residentes, que además de consumirlos dispersan sus semillas. Por lo tanto, la interacción entre estas aves (polinizadores y dispersores de semillas) y el muérdago P. schiedeanus puede ser vista como un canje de comida por transporte. Además, su densa cobertura en la copa de los árboles hace de estos sitios preferidos de anidación de varias especies de aves, donde la depredación de huevos y polluelos es menor, y muchos insectos se alimentan de sus hojas, incluyendo las orugas de una especie de mariposa y los machos de una chinche secuestran sus metabolitos secundarios para atraer a las hembras. Muchas especies de muérdagos juegan un papel fundamental en el ciclo de nutrientes de los ecosistemas donde habitan, beneficiando indirectamente a un mayor número de especies. Los muérdagos P. schiedeanus proveen muchos recursos clave de gran valor energético y nutricional para muchas especies del bosque mesófilo de montaña, particularmente a especies mutualistas parcialmente dependientes durante periodos de escasez estacional. Además de reconocer estos beneficios ecológicos, los muérdagos afectan indirectamente la estructura de las comunidades vegetales en procesos donde, por ejemplo, la caída de sus hojas influye la dinámica de nutrientes al aumentar la diversidad funcional en la composición del sotobosque y en la colonización de micorrizas.

El ciclo de vida de estos muérdagos inicia cuando las aves consumen sus semillas. Después de transitar por el tracto digestivo (o ser regurgitada), la semilla es defecada, y si cae en una rama adecuada, se adhiere a la rama del árbol hospedero con un “pegamento natural” (viscina), germina, y luego penetra el tejido de la corteza de la rama estableciendo un tejido de contacto con la corteza de la rama y formando una estructura llamada haustorio en su mayor parte de parénquima. Dos o tres semanas después de germinar, las plántulas se establecen si fueron depositadas en la rama adecuada (Fig. 3). Durante las primeras semanas de vida, hay una gran mortalidad de plántulas ya que pueden ser consumidas por herbívoros, si no están en la rama de un hospedero compatible, o por no tener las condiciones ambientales (cantidad de luz) adecuadas. Si sobreviven después de 40 semanas de haber germinado, las plántulas alcanzan su madurez sexual en un año, y al florecer por primera vez el polen de sus flores será dispersado por vectores para fecundarles e iniciar un nuevo ciclo de vida.

Al reconocer sus beneficios ecológicos, y de su potencial en biomedicina por contener compuestos químicos y secundarios que producen al menos efectos vaso dilatadores en pruebas de hipertensión, espero disipar el erróneo y desafortunado entendimiento de que estos muérdagos son solo asesinos de árboles! No existe evidencia de que estos muérdagos causen la muerte de un árbol hospedero bajo condiciones naturales. Por supuesto, hay muchas anécdotas acerca de que un árbol murió infectado con docenas de muérdagos. Dado que los árboles tienen tiempos de vida limitados, no sería sorprendente que árboles con infecciones altas de muérdagos, las cuales tardaron décadas para establecerse, morirán! Los muérdagos son más abundantes en los bordes de los bosques que en el interior de estos en los alrededores de Xalapa, y cambiando la estructura del paisaje se incrementa la prevalencia de los muérdagos con la fragmentación de los bosques. Aún después de haber narrado la biología de estos muérdagos, seguro usted quiere saber cómo deshacerse de ellos. Aunque varias soluciones son anunciadas como la panacea, no existe estudio alguno publicado que pruebe su efectividad para matar a los muérdagos o sobre los efectos negativos potenciales sobre el hospedero. En todo caso su aparente abundancia es una indicación de la perturbación del bosque. Por lo tanto, disfruten los beneficios que ofrecen, observen a los colibríes y mariposas que llegan a sus flores, a las aves que llegan por sus frutos, o simplemente su belleza, igual que la de muchas del bosque mesófilo de montaña.

 

Fotografías

Fig. 2. Flores de Psittacanthus schiedeanus visitadas por colibríes y mariposas. Fotos: Carlos Soberanes.

Fig. 1. Vista de los alrededores de Xalapa y de las inflorescencias de Psittacanthus schiedeanus (Loranthaceae), con la copa de un árbol infectado por estas parásitas. Fotos: Juan Francisco Ornelas y Phil J. Brewster.

Fig. 3. Frutos de Psittacanthus schiedeanus y plántulas de semillas inoculadas manualmente sobre ramas de Acacia pennatula. Fotos: María Magdalena Ramírez.