Las funciones de la gallina ciega en los potreros

Miguel Ángel Morón, Roberto Arce-Pérez y César V. Rojas-Gómez*

Es bien conocido que dentro del suelo viven una gran variedad de animalitos, entre los cuales  destacan las llamadas lombrices de tierra y las “gallinas ciegas”, “nixticuiles” o gusanos blancos.  Las lombrices carecen de patas y no tienen una cabeza definida, mientras que las “gallinas ciegas” tienen tres pares de patas cortas y una cabeza endurecida, amarillenta, rojiza o parduzca. Las lombrices no tienen órganos para masticar, en tanto que las “gallinas ciegas” tienen mandíbulas fuertes que pueden cortar la hojarasca, las raíces, o inclusive madera húmeda.

A pesar de tales diferencias los dos tipos de invertebrados pueden coincidir en el desempeño de algunas funciones importantes que mantienen en equilibrio a los diversos componentes del suelo, y por ello a todo un ecosistema, como un potrero para ganado lechero.   

El gran naturalista inglés Charles Darwin, más recordado por su aportación a la teoría de la evolución, en 1881 fue el primero en cuantificar la importancia agrícola que tienen las lombrices de tierra en la formación del suelo, el mejoramiento de su textura, la distribución de los nutrientes orgánicos y minerales, así como el movimiento del aire y el agua entre las partículas de suelo y las raíces de las plantas. Sin embargo, las lombrices no son los únicos organismos que contribuyen en estas funciones. A distintas escalas, una larga cadena de tareas pequeñas realizadas por seres microscópicos son determinantes para mantener un suelo en las mejores condiciones, ya sea para cultivar plantas que nos alimenten, proporcionar forraje al ganado, o producir materiales de origen forestal.

A la par con las lombrices, las formas juveniles o larvas de escarabajos o “mayates”, conocidas como “gallinas ciegas” o “nixticuiles”, pueden remover grandes cantidades de suelo, y agregar nutrientes por medio de sus excrementos, sobre todo nitrógeno. Aunque normalmente, las lombrices y los “nixticuiles” pueden convivir sin problemas, se ha informado que dependiendo del tipo de suelo, en algunas regiones los “nixticuiles” son más abundantes que las lombrices, o al revés. En todo caso se  confirma que una cantidad moderada de individuos de diferentes especies de lombrices y mayates coincide con un mejor suelo para uso agropecuario o forestal.   

No es raro escuchar que algunos campesinos creen que cualquier gusano en el suelo es dañino para las plantas y hay que eliminarlo, pero realmente es necesario analizar cada caso para distinguir entre “nixticuiles” dañinos y benéficos. Normalmente aún las “gallinas ciegas” que comen raíces forman parte de un sistema equilibrado donde no se producen daños en las plantas. El daño aparece cuando se produce un desajuste en el suelo que, por ejemplo, reduce el número de enemigos naturales de las “gallinas ciegas”, y la población comedora de raíces crece más allá de lo normal y necesita más alimento, lo que puede debilitar o matar a las plantas que nos interesa cultivar.

Como parte de una investigación amplia para evaluar las condiciones de los potreros en el municipio de Jilotepec, hemos iniciado el estudio de los “nixticuiles” para distinguir cuales especies benéficas coexisten con el manejo de los pastizales, y cuales pueden considerarse como plagas potenciales. Con la cooperación de los ganaderos y vecinos de Jilotepec se obtuvieron algunos datos preliminares que indican la presencia de 17 especies de “nixticuiles” que se desarrollan en el suelo, de los cuales cuatro pueden considerarse como dañinas si aumentan sus poblaciones en los próximos años, y las otras 13 especies son parte del grupo de animales que beneficia las características del suelo de los potreros. Entre las potencialmente dañinas se encuentran dos especies de escarabajos con amplia distribución en México: Phyllophaga dentex (Bates) que con frecuencia afecta cultivos de maíz, y Paranomala cincta (Say) asociada con cultivos de maíz, cacahuate, caña de azúcar, pastos y plantas de ornato.       

Como curiosidad podemos añadir que el nombre “gallina ciega”, con origen castellano, es aplicado en gran parte de México desde la época colonial para distinguir este tipo de insectos, pero no hemos encontrado un significado para eso, aparte del antiguo juego infantil donde uno de los participantes tiene vendados los ojos y trata de atrapar a otro para cambiar su papel con él. La única semejanza con el juego es que la larva no tiene ojos, aunque puede percibir la luz, no forma imágenes.  En cambio, la palabra de la lengua náhuatl “nixticuil” fue utilizada desde tiempos prehispánicos para reconocer a las larvas subterráneas de escarabajos, y significa gusano ceniciento o de los desechos.    

 

*Red de Biodiversidad y Sistemática, Instituto de Ecología, A.C. Xalapa

Fotografias

1. “Nixticuiles” (Paranomala cincta) colectados en suelo de potrero en el rancho “Vista Hermosa” Jilotepec, Ver. Longitud máxima 30 mm. Foto M.A. Morón  (página de inicio)

2. “Mayate” (Paranomala cincta) en flor de tulipán. Longitud máxima 13 mm. Foto M.A. Morón.

3.  Potrero en el rancho “Vista Hermosa”, municipio de Jilotepec, Veracruz. Foto M. Cruz-Rosales.

4. Extracción de muestras de “nixticuiles” en el suelo del potrero del rancho “Vista Hermosa”, Jilotepec, Ver. Foto M. Cruz-Rosales