Dime con qué parásito andas y te diré qué especie eres

Adriana Cossío Bayúgar y Sonia Gallina

Los veterinarios y muchos ganaderos se preocupan constantemente por la presencia de parásitos en los animales. Esto es tan importante que la actividad de medicina preventiva más frecuente realizada en animales domésticos es la desparasitación, no importa si se trata de animales de compañía como perros y gatos, o de animales de producción como vacas, cerdos o aves de corral.

Para realizar el control de parásitos de forma correcta se requiere hacer un estudio  del tipo y la cantidad de parásitos presentes en los animales, para así decidir con qué frecuencia y con qué fármacos se va a realizar este control.

Cuando animales silvestres y domésticos comparten el sitio en el que viven, pueden transmitirse parásitos entre ellos, aún siendo diferentes especies, como por ejemplo, vacas y venados. Entre más cercanas taxonómicamente sean las especies, es decir, más parecidas en su anatomía y fisiología, como en el ejemplo, en donde ambos son artiodáctilos rumiantes, hay más probabilidades de que se transmitan parásitos entre sí, y por lo tanto enfermedades. Debido en gran parte a esto, desde hace algunos unos años hay cada vez mayor interés y estudios sobre los parásitos que afectan a los animales silvestres, ya que  la aparición de parásitos y enfermedades nuevas pueden afectar a los animales silvestres; además de que la salud de los animales domésticos y del humano, así como la calidad de los alimentos de origen animal pueden verse afectados de forma negativa por este intercambio de parásitos.

En la Reserva de la Biósfera de Mapimí, en el estado de Durango, se hizo un estudio para identificar si los bovinos – introducidos por los ganaderos-  y los venados bura – cérvidos nativos en la Reserva - que comparten un mismo hábitat en el Desierto Chihuahuense, tenían parásitos que pudieran estarse transmitiendo entre sí. 

Tras analizar muestras y muestras de heces de vacas y venados que cohabitan en la misma área, encontramos:

1) que para beneficio de ambas especies, el número de huevos de parásitos estaba por debajo de lo que se considera resultado de una infestación severa, y mejor aún,

2) los venados prácticamente no presentaban evidencia de parásitos en las heces.

¿Qué explicaciones podemos dar para lo anterior?  Esto ocurre por diversas razones que expondremos más adelante. Primero hay que aclarar qué es un parásito y cuáles fueron los que buscamos.  Se considera parásito a cualquier organismo que viva asociado a otro y se beneficie de éste, pudiendo llegar a deteriorar el estado de salud del huésped. Existen muchos tipos de parásitos, con diferentes ciclos de vida; los hay de una sola célula, como bacterias y protozoarios; de muchas células, como los gusanos conocidos como helmintos; los que viven por fuera del hospedero (el organismo al que parasitan), como los piojos, las pulgas y las garrapatas; e incluso aquellos que ni siquiera tienen células, como los virus.  Cada tipo de parásito tiene estrategias de adaptación diferentes.  En el estudio se encontraron helmintos y parásitos de una sola célula conocidos como coccidias. En un total de 66 muestras de heces de bovino analizadas, se encontraron parásitos en 13 (19%) de las muestras: helmintos estróngilos de los géneros HaemonchusBunostomum, Cooperia y Trichostrongylus, además de coccidias del género Eimeria. De las 222 muestras de venados analizadas, únicamente una (0.45%) presentó helmintos estrongiloides, y una (0.45%) coccidias del género Eimeria; el resto fueron negativas. Estos parásitos tienen lo que se conoce como “ciclo de vida directo”, es decir, aquellos que pueden transmitirse de un individuo a otro por la ingesta de los huevecillos en el ambiente – agua o alimento, tras ser  arrojados por el individuo infectado vía las heces; y pueden llegar a provocar problemas severos de salud e incluso la muerte de los animales – particularmente crías - en infestaciones severas.

Una de las razones por las que encontramos pocos parásitos fue el clima: los huevos de los parásitos necesitan cierta humedad y temperatura para mantenerse viables, de tal forma que en los climas cálido-húmedos sobreviven mejor y los animales se infectan con mayor facilidad.  Tan es así que los ganaderos tienen muchos problemas para controlarlos en sus animales domésticos, y generalmente los parásitos ya son resistentes a muchos de los parasiticidas. Por lo tanto, los climas secos y extremosos, como son las zonas áridas, no favorecen que los huevos sobrevivan y los desecan. Esto también se relaciona al tipo de microambiente en el que el huevo se encuentra: en una excreta de vaca va a sobrevivir mejor pues es más grande y húmeda y sirve como incubadora, en comparación a una excreta de venado que es pequeña y se seca rápidamente.

Otra razón importante se relaciona a las diferencias en la forma en la que se alimentan las vacas  y los venados, lo que se conoce como comportamiento trófico o alimenticio.  Mientras que los bovinos comen principalmente pastos y hierbas cercanas al suelo, que se contaminan fácilmente con heces, los venados comen principalmente arbustos a varios centímetros por encima del suelo, que difícilmente se contaminan.  Además, estos arbustos muchas veces tienen sustancias que ayudan a disminuir la cantidad de parásitos en el aparato digestivo.  Por lo tanto es más fácil que los bovinos se infecten en comparación a los venados.  Esto es resultado de que los venados bura en Mapimí son una especie nativa, adaptada evolutivamente al sitio en el que se llevó a cabo el estudio, y que tiene estrategias para protegerse de los parásitos.  Los bovinos, en cambio, han sido seleccionados artificialmente – el humano decide cómo se reproducen y qué características quiere de ellos, generalmente sin tomar en cuenta su adaptación – y son traídos de lugares con climas, vegetación y topografía muy diferentes al sitio de estudio, lo que los obliga a enfrentarse a un ambiente que les puede ser hostil debido a la carencia de alimento y agua, así como a las temperaturas extremas, haciéndolos más susceptibles a presentar problemas de salud.

Por último, otro factor que influye en la transmisión de los parásitos es la densidad de población, es decir, el número de animales por superficie de área.  A mayor densidad, mayor probabilidad de transmisión. Es por ello que los animales que se encuentran en confinamiento, como en un corral, en un establo, o en un potrero en donde el manejo es intensivo son mucho más susceptibles de contagiarse que aquellos que se encuentran en grandes extensiones, como es el caso de los animales de agostadero o pastoreo extensivo, que es el caso de la Reserva de la Biósfera de Mapimí.