Ciénegas y pantanos ¿útiles o inútiles?

Patricia Moreno-Casasola

Los humedales, conocidos como pantanos y ciénagas, son ecosistemas ligados con el ciclo del agua y la conservación de la escasa agua dulce del planeta, en comparación con la cantidad de agua salada. Además, prestan servicios ecosistémicos de gran importancia para la sociedad como es la limpieza del agua, la alimentación de las aguas subterráneas, la reducción de los picos de inundación y la captura de carbono.

El manejo actual de los humedales ha llevado a su degradación. La sociedad debe participar activamente en la gestión del agua para mantener y recuperar nuestras fuentes de agua y las funciones de los humedales que nos benefician.

Palabras clave: humedales, beneficios

Cada año vemos noticias en los periódicos y en la televisión de inundaciones en ciudades de Veracruz, desbordamiento de ríos, calles y casas cubiertas de agua, todo ello con fuertes daños económicos para las familias además de angustia y miedo. Pero también hay escasez de agua, sobre todo potable. Dependemos del agua embotellada para beber. ¿Porqué sucede cada año? ¿No lo podemos evitar?

No es posible predecir que pasará en el futuro y nuestros registros climáticos aún no tienen una historia tan larga que nos permitan entender con detalle muchos fenómenos, y menos en un mundo tan cambiante como el actual. A esta dinámica propia de nuestro planeta hemos agregado otras muchas causas de transformaciones de la naturaleza, producto de nuestra actividad. El ciclo hidrológico o ciclo del agua, vital para la vida en la tierra, es el proceso mediante el cual circula el agua: líquida en los mares, océanos, agua subterránea, cuerpos de agua y humedales (vegetación inundable); sólida en forma de hielo en los Polos y glaciares; como gas o vapor de agua en la atmósfera. El agua circula mediante procesos como la precipitación, el escurrimiento sobre el suelo y la filtración hacia el agua subterránea, la evaporación y evapotranspiración para convertirse en gas, y la condensación para convertirse nuevamente en líquido y precipitarse.

La mayor parte del agua (97,23%) se almacena en los océanos (agua salada) y solamente el 0.62% forma el agua subterránea, los cuerpos de agua y humedales ¡Es una cantidad pequeñísima! Esta es la cantidad de agua con la cual vivimos en las ciudades, producimos en nuestros campos y subsiste la biodiversidad de plantas y animales. Siempre ha habido la misma cantidad de agua dulce en el planeta y la lluvia es la única manera de recuperarla.

El agua que se precipita en las montañas, al tocar el suelo se infiltra y baja cuenca abajo formando parte del agua subterránea y alimentando a muchos humedales. Éstos son ecosistemas conocidos como pantanos y ciénagas, formados por árboles o hierbas que pasan buena parte del año inundados o con el agua cerca de la raíces de las plantas. Los hay de muchos tipos y los más conocidos son los manglares de las costas veracruzanas.

También hay humedales a la orilla de los ríos, selvas inundables en las planicies donde se desbordan los ríos, y humedales herbáceos como popales y tulares que pasan gran parte del año con agua (Figura 1).

Frecuentemente asociamos a los humedales con enfermedades y mosquitos y con situaciones desagradables como los monstruos del pantano, lo cual ha llevado a talarlos y/o desecarlos. Sin embargo, forman parte importante del ciclo del agua que nos garantiza agua dulce y limpia, y se encuentran entre los ecosistemas que más beneficios (llamados servicios ecosistémicos) nos proveen. Un humedal sano no cría los mosquitos que transmiten enfermedades; éstos se reproducen en las acumulaciones de agua en los patios de las casas.

Las raíces de las plantas de humedales ayudan a filtrar el agua y la limpian; de esta manera mantuvieron limpia y potable el agua del planeta durante miles de años, hasta que sobrepasamos su capacidad (Figura 2). Ahora tenemos que comprar agua embotellada para beber y cocinar. También generan nutrientes que enriquecen los ríos y lagunas brindando alimento a los peces y conviertiéndose en la base de nuestras pesquerías (Figura 3). Las plantas de humedales crecen vigorosamente, pues el agua no es una limitante y por lo tanto capturan bióxido de carbono de la atmósfera, y lo convierten en biomasa. Al morir, se degrada y se incorpora como carbono orgánico al suelo, ayudando a mitigar el cambio climático. Esa materia orgánica del suelo ayuda a formar suelos bofos, que se caracterizan por tener muchos poros donde se almacena el agua al infiltrarse e inundarse el humedal. Se van llenando lentamente y al mismo tiempo el agua se limpia y se va filtrando hacia el agua subterránea y también sigue circulando cuenca abajo hacia otros humedales o hasta desembocar en el mar. De esta manera, tanto el agua que baja por la cuenca como la que se precipita directamente en el lugar donde están los humedales, se incorpora y sigue fluyendo pero más lentamente, reduciendo el pico de las inundaciones y por lo tanto el daño que causan.

Hoy en día han desaparecido o se han degradado la mitad de los humedales del estado de Veracruz. Casi todos se usan para criar ganado. El pisoteo ha compactado el suelo y la cantidad de poros se ha reducido. Significa que los humedales ya no pueden cumplir estas funciones como lo hacían antes, y por tanto, los servicios ecosistémicos que nos proporcionaban también se han deteriorado. Pero el agua sigue fluyendo cuenca abajo y ahora no son capaces de almacenar la misma cantidad de agua y ésta no permanece en los poros donde se va limpiando. Sin embargo, sigue fluyendo y con mayor velocidad porque los humedales no la retienen, y provoca inundaciones que nos perjudican más.

Una buena gestión del agua implica conservar y usar sustentablemente esa pequeñisima cantidad de agua dulce (0.62%) en el campo y en la ciudad, pero también conservar y restaurar los ecosistemas que dependen de este líquido y de los que a su vez dependemos nosotros como sociedad. Debemos participar como ciudadanos activamente en la conservación del ciclo del agua, es decir en la gestión del agua de nuestra región y en la recuperación de nuestros humedales, para garantizar nuestro bienestar actual y futuro.

 

Piés de figuras

Fig 1. Veracruz es una tierra de ciénagas y pantanos, es decir humedales. La imagen de la izquierda es un manglar, abajo una selva inundable y a la derecha un popal, es decir un humedal herbáceo. Fotografías de Gerardo Sánchez Vigil.

Fig 2. Depuración del agua al pasar entre las raíces de las plantas del humedal. Cuando el agua se limpia al pasar por los humedales, las raíces absorben y adsorben contaminantes, ayudadas por las bacterias que ahí viven. Así mejoran las características del agua, entre ellas su calidad, y se incrementan las poblaciones de peces y de otros animales como aves, peces, reptiles y anfibios. Dibujo de Kerenha Hernández.

Fig 3. En todas las lagunas costeras, los pescadores artesanales pescan peces y mariscos que forman parte de los platillos que más apreciamos en la comida de Veracruz. Fotografías de Gerardo Sánchez Vigil.

 

Para leer más

  • Moreno-Casasola, P. y D. Infante Mata. 2010. Veracruz. Tierra de ciénagas y pantanos. Gobierno del Estado de Veracruz para la Conmemoración de la Independencia Nacional y de la Revolución Mexicana- Universidad Veracruzana. 411 pp.
  • Moreno-Casasola, P. 2020. Los Humedales Costeros. Beneficios y Servicios Ecosistémicos. Gobierno de México- CONACYT-INECOL. 38 pp