La pérdida de los bosques pone en riesgo a la biodiversidad y a los servicios ambientales de los que nos beneficiamos como sociedad, como la captación de agua y la generación de oxígeno. Por ello, la restauración forestal es una práctica que ha incrementado a nivel mundial, debido a que ayuda a recuperar la biodiversidad y el funcionamiento de los bosques degradados.

En paisajes dominados por pastizales introducidos para alimentar ganado (potreros), existen principalmente dos estrategias que pueden ayudar a recobrar la biodiversidad: la restauración pasiva, que consiste en la regeneración natural de la vegetación a partir de la exclusión del ganado, y la restauración activa, la cual utiliza plantaciones con especies arbóreas nativas. Ambas estrategias pueden ser complementarias en un mismo paisaje y pueden ir acompañadas por un sinfín de prácticas que ayuden a acelerar la recuperación de la vegetación.

Es común pensar que con el restablecimiento de la vegetación en las áreas restauradas, la fauna nativa de los bosques regresará de forma natural. Sin embargo, existen factores que limitan la recolonización de los animales a las áreas en restauración; tales como largas distancias con respecto a los bosques donde originalmente viven las especies, ausencia de microhábitats apropiados para la sobrevivencia o la reproducción, escasez de alimentos, o poca capacidad de dispersión de las especies. Una vez que superan estas barreras y logran establecerse en las áreas restauradas, los animales comienzan a desempeñar un papel importante en la recuperación de las funciones de los nuevos bosques, como la polinización, la dispersión de semillas y el flujo de energía a través de las redes tróficas.

Un grupo de animales que puede verse beneficiado por la restauración de los bosques son los anfibios (ranas, sapos, salamandras y cecilias). Estos vertebrados tienen una piel desnuda y permeable, movilidad reducida y una gran fidelidad al sitio donde nacieron. Estas características los hacen altamente sensibles a los cambios ambientales, por lo que sus poblaciones disminuyen o desaparecen cuando los bosques son convertidos a potreros. Sin embargo, la recuperación de microhábitats generada por la restauración forestal, como una alta cobertura vegetal, presencia de hojarasca, troncos caídos y plantas epífitas, puede facilitar la recolonización de varias especies de anfibios en los nuevos bosques. Por ejemplo, la ranita de hojarasca (Craugastor loki) es una especie que vive en suelos cubiertos por hojarasca, ya que ahí encuentra refugio, alimento y condiciones adecuadas para depositar sus huevos.

Existen anfibios que al no tener pulmones respiran a través de la piel, por ejemplo la salamandra Pseudoeurycea werleri, que habita únicamente en los bosques de niebla de la Sierra de Los Tuxtlas, al sureste de Veracruz. Para que esta salamandra pueda respirar a través de la piel adecuadamente, requiere de ambientes con temperaturas constantes y una alta humedad en la atmósfera. Estas condiciones ambientales son características de los bosques conservados, pero también se alcanzan en las áreas en restauración, cuando incrementa el tamaño de las copas de los árboles y existe suficiente hojarasca en el suelo para disminuir la evaporación del agua y las variaciones climáticas extremas.

Frecuentemente, conforme avanza el tiempo la comunidad de anfibios de las áreas en restauración se va asemejando cada vez más a la comunidad de anfibios de los bosques conservados. De esta forma, las áreas en restauración se convierten en refugio de anfibios amenazados, y ayudan a mitigar la extinción y disminución poblacional de anfibios que se vive a nivel mundial. Se estima que en todo el planeta habitan cerca de 7,500 especies de anfibios, sin embargo una de cada tres especies está en peligro de extinción. En México, el quinto país con mayor cantidad de anfibios (casi 390 especies), cuatro de cada 10 especies se encuentran amenazadas. Además de conservar la biodiversidad, la recuperación de las comunidades de anfibios puede contribuir al restablecimiento de las funciones ecológicas en las áreas restauradas. Por ejemplo, los anfibios son presas y a la vez depredadores de múltiples grupos de animales, por lo que representan un eslabón importante en el flujo e intercambio de energía en el ecosistema.

En el estado de Veracruz, existen diferentes iniciativas privadas y públicas (p. ej. La Otra Opción y Las Cañadas) que aportan a la restauración del bosque de niebla, uno de los ecosistemas más amenazados en el país y que alberga un número importante de especies endémicas de anfibios, es decir que únicamente habitan en este ecosistema. Es necesario acercarse a estas iniciativas para conocer y apoyar el arduo trabajo que requiere la conservación de los bosques y su biodiversidad.

 

Figuras

Figura 1. (foto página inicial) Ranita de hojarasca (Craugastor loki). Especie beneficiada por la restauración del bosque de niebla. Foto: Juan M. Díaz García.

Figura 2. Salamandra Pseudoeurycea werleri, especie sin pulmones que respira a través de la piel y se beneficia por la restauración del bosque de niebla. Foto: Arístides García Vinalay

Figura 3. Acercamiento a las áreas sometidas a restauración forestal. A la izquierda se muestra un potrero antes de comenzar la restauración, a la derecha se muestra el avance de recuperación después de 8 años.

Figura 4.Paisaje de bosque de niebla en restauración. En la parte superior se muestran los potreros a partir de los cuales se comenzó la restauración en 2007, en la parte inferior se muestra el avance de recuperación para el 2015. Foto: La Otra Opción A.C.