La historia de parque empezó cuando el Presidente Sebastián Lerdo de Tejada lo decretó en 1876 como una reserva forestal con el fin de garantizar el aprovisionamiento de agua a la Ciudad de México, en el denominado Desierto de Nuestra Señora del Carmen en los Montes de Santa Fé, nacen el arroyo Agua de Leones y el río Santo Desierto afluentes de los ríos Hondo y Mixcoac respectivamente. Esta reserva dio lugar al Parque Nacional Desierto de los Leones, que fue transferido en 1999 al gobierno del Distrito Federal.

Para conmemorar este aniversario el Presidente Enrique Peña Nieto decretó el 27 de noviembre de 2017 la creación del Parque Nacional Revillagigedo, conformado por las islas –Socorro, San Benedicto, Roca Partida y Clarión-. Este archipiélago está ubicado en el Oceáno Pacífico a 390 kilómetros al suroeste de la punta sur de la Península de Baja California y a 700 kilómetros al occidente del estado de Colima. Tiene una superficie de 14 millones 808 mil 780 hectáreas, de las cuales 15 mil 518 hectáreas, corresponden a la porción terrestre insular integrada por las cuatro islas y el resto es superficie marina. Es el parque nacional más grande de América del Norte,

La diversidad reconsiderada

Hace aproximadamente 45 años, un grupo de científicos reunidos por la UNESCO elaboraron un modelo de conservación y manejo de la diversidad biológica y cultural basado en la relación entre la sociedad y la naturaleza. La Reserva de Biosfera, como se denominó al modelo abrió un nuevo capítulo de la transición de la biodiversidad a recursos naturales como la base del desarrollo de largo plazo.

El Instituto de Ecología, A.C. tuvo un papel protagónico en el diseño y creación de las primeras reservas de biosfera del Programa MaB en México. En 1976 creó la Reserva de Biosfera de Mapimí, la primera en Latinoamérica. Le siguió La Michilia en 1977. A partir de entonces hablar de Reserva de Biosfera es referirse a un proyecto crucial que inicia el cambio en la concepción mexicana de lo que debe ser un área natural protegida como asevera Gonzalo Halffter creador e impulsor del programa de MaB y de las reservas de biosfera mexicanas.

Las reservas tuvieron una profunda repercusión nacional que facilitó y estimuló la creación de otras reservas de biosfera, como Montes Azules, El Cielo y Manantlán, pronto se convirtieron en el componente más importante del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas como lo atestigua su incorporación a la legislación nacional, que le ha dado una nueva dimensión al uso del suelo, a la adaptación al cambio climático, a la conservación de especies, el aprovechamiento racional de los recursos renovables y no renovables y al movimiento la biodiversidad a escala del paisaje.

¿Ahora hacia donde vamos?

En el panorama mundial actual destaca la gran concentración de la población en los centros urbanos, se calcula que se trata de más de la mitad de la población humana. Se pronostica que para 2025, 80% de los habitantes de los países industrializados vivirán en ciudades y 40% de la población del mundo habitará en zonas rurales. Estas cifras son espectaculares, tanto por el número de habitantes y su tasa de crecimiento como por la creciente influencia que el desarrollo urbano tiene en el territorio. Las ciudades influyen cada día más en el destino de la diversidad y en el desarrollo del planeta.

El valor agregado urbano

Cada ciudad tiene rasgos propios, pero algo que es común a todas, es su creciente necesidad de obtener del ambiente los recursos naturales suficientes para mantener una alta densidad de población, elevar la calidad de la educación y la salud y para desarrollar sus capacidades de innovación.

Esto convierte a los centros urbanos en centros estratégicos de inteligencia donde se decide el manejo de la naturaleza. La planificación del desarrollo no será racional y sustentable sin la participación de una ciudadanía informada y sensible. Ese es el reto para las áreas naturales protegidas, señaladamente para las reservas de biosfera, informar, educar, y organizar la acción ciudadana entorno del ordenamiento y planificación del medio ambiente urbano, rural y natural.

En las ciudades existe un enorme potencial de innovación. Este potencial ha definido históricamente la relación del hombre con el ambiente, si bien es cierto que hasta ahora ha resultado en una sobreexplotación de la capacidad de carga y renovación de la naturaleza, no se puede negar que este potencial se puede revertir para innovar el manejo de la naturaleza.

La Reserva de Biosfera en ambiente urbano, enfrenta el reto de conservar y manejar la naturaleza vinculándolas a la vida cotidiana de las ciudades, tanto la que está inmersa en ellas como la que se encuentra en su alrededor. Su objetivo es crear un paisaje único integrando la ciudad a su entorno fomentando en los ciudadanos la nostalgia por la naturaleza.

Su futuro está en nuestro futuro

La tarea de integrar la naturaleza silvestre, rural y urbana, adquiere una mayor importancia frente a la velocidad y frecuencia con que ocurren los cambios ecológicos, climáticos, económicos y sociales globales.

El motor para cambiar la relación de la sociedad con la naturaleza, seguramente surgirá en el seno de la ciudad. La capacidad de innovación que en ella se incuba es la fuerza de cambio. Pero este cambio no ocurrirá de forma espontánea, se requiere de catalizadores para desencadenar el proceso. La Reserva de Biosfera en Ambiente Urbano es un instrumento de planeación y organización del territorio.

Sí bien el desarrollo urbano hasta ahora ha estado en contradicción con el uso sustentable de los recursos naturales y del entorno natural. también incuba también la forma de hacer sustentable la relación de la sociedad con la naturaleza.