Existen varios elementos ampliamente representados que se distinguen dentro de las manifestaciones rupestres; por ejemplo, las figuras geométricas, éstas forman un conjunto muy variado de imágenes como cuadrados, espirales, triángulos, ondas, líneas rectas, entre otras. A estas figuras se les ha relacionado con distintos elementos astronómicos como el sol, la luna y las estrellas. Algunas de estas representaciones en su conjunto se pueden asociar con calendarios, por lo que esta asociación de figuras les permitió transmitir información valiosa para las sociedades de aquel entonces.

Otro de los elementos que se pueden encontrar en las pinturas rupestres son las formas antropomorfas (representaciones humanas); en estas se logran observar representaciones simplemente esquemáticas del hombre, o bien, pueden estar perfectamente detalladas, donde se consiguen distinguir formas femeninas y masculinas, incluso representar movimiento, o estar acompañados de elementos de caza como el átlatl (arma de proyección), lanzas y arcos con flechas.

Las representaciones de fauna en las pinturas rupestres son particularmente abundantes; y debido al cuidado y detalle con el que se realizaron, en algunas pinturas podemos llegar a identificar especies como en el caso de borregos cimarrones, venados, pumas y coyotes. En otras observamos rasgos más generales como es el caso de serpientes, tortugas, insectos, peces, ballenas y aves. Estos registros nos dan una idea muy acertada de la fauna con la que convivieron y la cual era un elemento clave en la vida cotidiana de estos grupos humanos. Tanto así que decidieron plasmar estos organismos en murales gigantes y tallarlos en una infinidad de rocas. Esto es importante, ya que los seres humanos hemos modificado el paisaje de tal manera, que tener sitios con representaciones de fauna desde hace miles de años, nos ayuda a conocer a las comunidades de organismos que existieron en el pasado. Otro aspecto relevante es que la obtención de los registros de especies que tal vez ya no se encuentran en ciertas zonas actualmente, nos ayuda a entender los cambios de clima en el pasado, los movimientos de las especies a través del tiempo, así como el posible impacto antropogénico.

Aunque la datación del arte rupestre aún se encuentra en disputa, se calcula que algunos de los sitios más antiguos se encuentran en la Península de Baja California y podrían datar en 7,500 años antes del presente, por lo que nos proporciona información sustancial sobre los primeros pobladores de México y su entorno biológico. Hoy en día en el INECOL, A.C. se lleva a cabo un proyecto en el cual se utiliza el arte rupestre como fuente de información de presencia de especies en el pasado (Holoceno medio ~ 6000 años) y que es clave para entender los cambios en las distribuciones de las especies por efectos climáticos; con ello se pretende tener una mejor comprensión de la respuesta que tiene cada especie al cambio climático pasado y por ende para mejorar las estrategias de conservación de la biodiversidad en un futuro. Es importante enfatizar que es necesario cuidar este patrimonio cultural y biológico, para no olvidar esa relación, que no hace mucho tiempo, teníamos con lo que nos rodeaba.

 

Pies de Figuras

Figura 1. Petroglifos con varias formas de manifestaciones rupestres en el suroeste de los Estados Unidos.

Figura 2. Representaciones antropomorfas en la península de Baja California.

Figura 3 (página de inicio). Representaciones de varias especies de fauna (abajo-izquierda un borrego cimarrón, al centro un venado y abajo-derecha un berrendo) en pinturas rupestres en la península de Baja California.

Figura 4. Representaciones de borrego cimarrón en petroglifos en el suroeste de los Estados Unidos.