El turismo requiere del desarrollo de mucha infraestructura, como hoteles, marinas, medios de comunicación y centro comerciales, además de todas las necesidades para los habitantes permanentes de los centros turísticos. Así, conforme aumentan las actividades turísticas en la playa y se urbaniza la costa, gradualmente los ecosistemas naturales se transforman y degradan (Fig. 1): los manglares se secan y las dunas se aplanan. Además, frecuentemente, las plantas originales son eliminadas o substituidas por otras exóticas (como la palma de coco) para mayor comodidad y placer de los turistas. De esta manera se crean playas paradisíacas, planas y llenas de palmas de coco, para que los turistas estén cómodos y felices. 

Es común que en los centros turísticos se muestre poco interés por proteger a las plantas de playas y dunas, probablemente debido a la percepción que se tiene de ellas. De hecho, más bien existe una intención por eliminar a las plantas de las playas, ya que: a) las plantas de la playa no se consideran atractivas visualmente, b) pueden representar un riesgo porque favorecen la presencia de especies animales, o bien, c) es difícil caminar descalzo cuando hay plantas en la playa. 

¿Qué pasa cuando las playas se quedan sin sus plantas originales? 

Las playas y dunas costeras son ecosistemas sujetos a cambios repetidos debido a su ubicación en la transición entre el mar y la tierra. De manera natural, la arena de estos ambientes se mueve, acumulándose en unas zonas y perdiéndose en otras. De esta forma, la línea de costa avance hacia el continente o hacia el mar. Es decir, gracias a su dinamismo, las playas se pueden volver más estrechas o más anchas de manera cíclica o continua. 

Al estar expuestas a la interacción constante entre el agua y el viento, las plantas se convierten en un factor fundamental en la dinámica de la playa. Funcionan como obstáculos o barreras que disminuyen la velocidad del viento y promueven la acumulación de arena, formando así las dunas costeras (Fig. 2). Esta arena retenida permite le regeneración de las playas después de los diversos procesos erosivos a los que están expuestas. 

Por otro lado, también se ha observado, que durante las tormentas, tanto en condiciones naturales como en experimentos de laboratorio, la erosión es mucho menor cuando las playas tienen plantas y dunas. Esto es, las plantas disminuyen fuertemente el proceso de erosión. En 

resumen, la presencia de plantas en las playas permite que por un lado, haya arena suficiente para recuperarse después de los eventos de erosión, y por otro, que la erosión disminuya. 

Conociendo lo anterior, es fácil comprender que es más probable que una playa plana y sin plantas será mucho más vulnerable a la erosión por las tormentas, que una con dunas y plantas. Esta información es importante sobre todo pensando en los escenarios de cambio climático e incremento del nivel medio del mar. En algunos países ya existen programas intensos de conservación de dunas, puesto que es una manera de proteger a la población. Lamentablemente esto aún no ocurre en México, sino que las ciudades y hoteles se construyen sobre la playa, con lo que perdemos a las plantas, playas y dunas protectoras. 

La protección de las costas 

Frecuentemente, para proteger a la costa contra el impacto del oleaje o para resolver el problema de la erosión se construyen estructuras como diques y escolleras. Sin embargo, estas construcciones también generan problemas mayores de erosión en las zonas cercanas, además de que inducen la pérdida de hábitats naturales. Como una alternativa, recientemente se está proponiendo que sean los ecosistemas naturales como las playas y las dunas costeras las protejan a la costa contra la erosión. Además de la protección, esta opción favorece la purificación del agua al filtrarse en la arena, y por supuesto, ayuda a la protección de la biodiversidad (Fig. 3). 

Entonces, ¿cree usted que vale la pena conservar y proteger las plantas y las dunas costeras?

 

Figura 1. Construcciones en las costas. En la fotografía se puede apreciar la cercanía a la línea de costa y la gran exposición de la infraestructura frente al oleaje.

Figura 2. Vegetación y dunas embrionarias al fondo en playa La Mancha, Veracruz.

Figura 3. Dunas móviles en las costas de Veracruz.