En el mundo de los medios, muchos animales silvestres han sido utilizados para cine y publicidad por décadas. Es bastante común encontrar primates vestidos y siendo obligados a hacer todo tipo de “monerías”. “Monerías” que distan mucho de la realidad conductual de estos animales y que se asemejan más a comportamientos que realizaríamos los humanos, obtenidos mediante métodos que infringen graves daños físicos y psíquicos. Pero no sólo nos referimos a su explotación en sí, sino también a la divulgación en literatura infantil, caricaturas y la fabricación de juguetes que deterioran su imagen real, como por ejemplo el clásico y difundido mito que asegura que los monos comen plátanos.

Cuando lo cierto es que de las casi 500 especies de primates, sólo el orangután y el ser humano tienen el plátano en su dieta natural. Curiosamente, durante el 2014 los nutricionistas del Zoo de Paignton, en Devon (Reino Unido), prohibieron darles plátanos a los monos porque resultaba nocivo para su salud.

Ahora bien, seguramente te estarás preguntando ¿qué hay detrás de este tipo de acciones aparentemente inofensivas y divertidas?

En primer lugar sonengañosas. Difundiendo datos erróneos se establece una percepción equívoca del comportamiento de los primates, dando a entender que animales salvajes como éstos, pueden llegar a convivir con las personas como si de mascotas se tratase.

Pero nada más alejado de la realidad, los primates no son animales de compañía y pueden ser potencialmente peligrosos; como quedó demostrado en numerosos experimentos fallidos en los años setenta y ochenta, tal es el caso del Proyecto Nim. Un chimpancé criado como un niño en los años 70, con el objetivo que lograra comunicarse como un humano. Además de fracasar como experimento, las condiciones en que vivía Nim eran claramente señal de un maltrato físico y emocional.

De la misma manera estos seres tienen una serie de necesidades que en casa no podemos ofrecer. Estas necesidades van más allá de proporcionar alimento, cariño y gran espacio, desafortunadamente las buenas intenciones no son suficientes. Un primate es altamente social y necesita convivir con otros de su mismo grupo. Asimismo, requiere de un hábitat idóneo y ciertos estímulos para llegar a desarrollar todos los comportamientos propios de su especie. Desarrollo físico, cognitivo y afectivo  que en condiciones de cautiverio nunca se verán cubiertos. Estamos hablando de bienestar animal, concepto que incluye salud, alimentación, entorno y seguridad adecuados, poder expresar conductas innatas y no padecer sensaciones desagradables de dolor, miedo y angustia.

Volviendo a la mediatización de estos animales, en el mundo publicitario frecuentemente se usan para manipular nuestras emociones. Es decir, es posible que hayas experimentado felicidad o alegría al ver a un chimpancé “sonreír” por atribuir rasgos humanos a su expresión creándose una asociación positiva. Sonríe él, sonreímos nosotros y ya está el terreno fértil para vendernos cualquier producto o servicio. Sin embargo la realidad es otra, esta mueca es una expresión de pánico en chimpancés y para conseguir que la exprese, es necesario tenerlo sometido mediante algún tipo de maltrato para que se aterrorice y esboce una “bonita sonrisa” para la cámara.

Pretender sensibilizar a los medios para que cuiden la proyección que ofrecen sobre los primates y otros animales salvajes no es una tarea fácil, además ellos atienden a las demandas de la sociedad. Por ello es mejor cambiar el enfoque y que seamos nosotros mismos quienes nos sintamos sensibilizados con ellos, aunque dado el condicionamiento que hemos recibido desde pequeños, tampoco es sencillo.

Entonces, ¿cómo podemos transformar esta realidad?

Con la información adecuada. Cada vez encontramos más asociaciones que luchan para conseguir un trato digno hacia los animales, proporcionando otras miradas a las habituales en el mundo de los medios. Un ejemplo de esto lo encontramos en el siguiente video informativo ofreciendo una crítica a un comercial en el que usaron dos chimpancés para fines publicitarios. Hay una diferencia entre lo que nos muestran en pantalla y lo que en realidad está pasando detrás de las cámaras.

Pero además del trabajo de asociaciones de protección animal, gran parte del conocimiento que consideramos legítimo se proporciona desde el mundo científico y dentro de éste, el campo que estudia a los primates y realiza esfuerzos para su conservación es la primatología.

Este campo de estudio tiene un dominio muy amplio, encontrando investigadores que trabajan cognición, evolución, ecología, bienestar, educación ambiental, conservación, etc. Pero todos y cada uno de ellos deberían velar por la integridad de los animales con los que trabajan. Y no sólo estamos refiriéndonos a la ética en la investigación de cautiverio o en libertad, sino a que los hábitos y acciones personales estén acorde a todos los ejes que conforman el bienestar animal.

Muchas veces, sin darnos cuenta, podemos enviar información contradictoria. Por ejemplo, publicar en las redes una foto con un primate en brazos puede llevar a una mala interpretación por parte de la sociedad, ya que se desconoce el contexto de esta imagen. Una persona que vea esa foto no se detiene a pensar si el animal estaba en un proceso de rehabilitación o si la persona de la foto es su cuidador o si formaba parte de un proceso de chequeo médico. Lo único que le llegará al público será que es muy tierno poder agarrar un monito en brazos (o cualquier otra especie de fauna). Sin embargo el mensaje que deberíamos transmitir es lo asombroso y emocionante que es ver a estos animales en su hábitat natural y alejados de su mayor depredador, el ser humano. Así que las prácticas de conservación que incluyen la manipulación de especies silvestres para acercarlas a la sociedad pueden ser contraproducentes si no se hacen de forma respetuosa y adecuada.

Tal es el caso de parques mal llamados “ecológicos o de rescate” donde se muestran animales encadenados o confinados para que las personas los puedan ver de cerca, admirar su belleza y tomarse una fotografía.

Desde el mundo científico hay que posicionarse duramente en contra de eso. La praxis de los investigadores debe estar muy medida. Si un conservacionista de primates es la máxima representación de estos animales y la imagen que está apoyando es la misma que dan los medios de comunicación no se logrará avanzar en ese camino.

Por estos motivos, es necesario que evitemos imágenes de monos vestidos, comiendo plátanos o en situaciones de cautiverio y humanización, aunque se trate de representaciones artísticas. Tantos esfuerzos intelectuales y económicos pueden perder fuerza si no cuidamos el detalle de la imagen de la conservación con nuestra propia imagen como conservacionistas.

Las formas de difusión académicas han ido evolucionando paralelamente con las nuevas tecnologías, pues ahora no sólo conocemos los trabajos de los investigadores en revistas especializadas, sino aspectos de su personalidad, ideología y valores a través de las redes sociales. Los científicos pueden impulsar estos cambios e influir en las percepciones del resto de la sociedad de una forma muy positiva.

Los avatares sociales de los últimos años hacen imprescindible un replanteamiento de la práctica educativa en entornos formales y no formales, para incluir nuevos retos éticos y cívicos como la coeducación, los derechos humanos, la defensa del ambiente y la protección animal. Muchos de estos cambios quedan impactados a través de los medios y las redes sociales, puesto que ahora todos podemos difundir millones de mensajes que llegan a amplios públicos en cuestión de segundos. Todos podemos conformar una nueva imagen sobre los primates y otros animales silvestres para avanzar en su conservación y en una mejor convivencia mutua. Seamos conscientes, al fin y al cabo todos somos primates.

 

Figura1(pagina principal). Comúnmente una de las atracciones en diferentes parques “ecológicos” de la Riviera Maya consiste en tomarse la foto con una especie silvestre que en ocasiones está en peligro de extinción, como en este caso el mono araña (Ateles geoffroyi)

Figura2. La conocida caricatura Dora la Exploradora promoviendo la humanización de los primates y dónde en varios momentos de la historia el plátano es el alimento del monito

Figura3. La cantante Rihanna sosteniendo una cría de macaco, probablemente separada de su madre al nacer para la venta a través del tráfico ilegal.