Este fruto ha sido aprovechado desde la época prehispánica por diferentes grupos indígenas de la región central de nuestro país, quienes primero recolectaban sus frutos y posteriormente para facilitar su aprovechamiento plantaron los árboles en sus jardines. Con la llegada de los españoles, los frutos de tejocote comenzaron a ser seleccionados y plantados en huertos productivos con la finalidad de mejorar su sabor y aumentar su tamaño, actividad que se mantiene hasta nuestros días.

La palabra “Tejocote” deriva del vocablo náhuatl  “Texocotl” que significa “fruto ácido y duro”. Actualmente, el tejocote sigue ligado fuertemente a la cultura tradicional mexicana y se utiliza en las festividades del día de muertos para adornar los altares, y en navidad como uno de los ingredientes principales del ponche, para rellenar piñatas y colaciones. También es utilizado en la elaboración de licores y dulces típicos como ates y conservas. Los frutos de tejocote son ricos en vitamina A, C, minerales, flavonoides, así como otros nutrientes, por su alto contenido en pectina son apreciados en la industria farmacéutica para la elaboración de cremas. 

El nombre científico del Tejocote es Crataegus mexicana, y aunque esta especie de tejocote es la más conocida y ampliamente distribuida en México, no es la única que habita nuestro país. En México tenemos 16 especies de tejocotes. La mayoría de estas especies viven en las zonas montañosas de la Sierra Madre Oriental en los estados de Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, San Luis Potosí, Puebla y Veracruz. Ocho de estas especies (Crataegus aurescens, C. baroussana, C. cuprina, C. gracilior, C. johnstonii, C. rosei y C. serratissima) son endémicas a nuestro país, es decir, que no habitan en ninguna otra región del mundo, asi como C. rosei var. amoena una especie recientemente considerada nueva para la ciencia por investigadores del INECOL, y cuyas poblaciones están integradas por muy pocos individuos, lo que la vuelve altamente vulnerable si su hábitat natural es afectado.

Aunado a la importancia histórico-cultural de los Tejocotes en México, ecológicamente sus frutos juegan un papel relevante debido a la interacción que mantienen con su herbívoro natural, la mosca de la fruta (Rhagoletis pomonella) la cual depende completamente de los frutos de tejocote para el desarrollo de sus larvas. Desde una perspectiva antropocéntrica esta relación ha sido considerada un problema, debido a que hace unas décadas poblaciones de moscas que migraron gradualmente de México a Estados Unidos comenzaron a colonizar plantaciones de manzanas (Malus pumilla) que fueron introducidas en América entre los años 1500 y 1800. Este evento de colonización, es decir el cambio de tejocotes a manzanas, trajo consigo el surgimiento de una “raza” diferente de mosca en el Este de los Estados Unidos, por lo que este sistema representa para los biólogos uno de los mejores ejemplos de generación de nuevas especies a través de lo que se conoce como especiación simpátrica.

Finalmente, cabe mencionar que, aunque las plantas de tejocote son poco usadas con fines ornamentales, las especies silvestres resaltan por la belleza de sus flores y la gran diversidad de formas y colores de sus frutos que van desde el verde, amarillo pálido, anaranjado, rosa, hasta rojo intenso. Apreciar y conocer más los aspectos culturales, alimenticios y ecológicos de los Crataegus nativos de México nos va a permitir cuidar y mantener nuestros tejocotes, un fruto 100% mexicano que le da sabor y alegría a esta temporada.

 

 * Estudiante de Doctorado del Instituto de Ecología, A.C.