Sin duda, ella es una de las figuras más importantes, emblemáticas y polémicas en el ámbito de la conservación y de los estudios a largo plazo con primates. Su trabajo es, sin duda, una lectura forzada para los jóvenes primatólogos y fuente de inspiración para muchos conservacionistas. .

Fossey, a quien los ruandeses llamaban “Nyiramachabelli”,que en la lengua kinyarwanda significa “la mujer que vive sola en la montaña”, es recordada en todo el mundo por su incansable lucha y sus métodos poco convencionales para estudiar, proteger y conservar al gorila de montaña y su hábitat en África. Nació en San Francisco, California en 1932 y desde niña mostró un gran interés en los animales. En 1954 se graduó de la carrera de terapia ocupacional en la Universidad Estatal de San José. Pero su amor por los animales nunca desapareció. Después de dirigir el área de terapia en un hospital para niños con discapacidad mental, abandonó ese trabajo para viajar a África en 1963 donde  conoció al antropólogo Dr. Louis Leakey, pionero en el  estudio del comportamiento de los primates, especialmente interesado en los grandes simios. Leakey  estaba buscando una persona para que se dedicara a la investigación de los gorilas y descubrió que Fossey era la persona que necesitaba. Él creía que las mujeres tienen una especial sensibilidad para trabajar con los primates y comprender su naturaleza. Dian siempre fue una mujer muy tímida y de carácter fuerte, rasgos que tal vez fueron determinantes para que ella se dedicara por completo al estudio de estos animales y se convirtiera en una fuerte conservacionista e incondicional defensora.

 

Los famosos Gorilas en la niebla

En 1967 Fossey se instaló en Zaire y luego en el Congo, África, para estudiar el comportamiento de los gorilas de montaña. Sin embargo, poco tiempo después, la inestabilidad política, caracterizada por tensiones sociales y luchas entre partidos políticos, la obligó a establecerse en la frontera con Ruanda, donde fundó el "Centro de Investigación Karisoke". Sin tener grandes conocimientos de zoología, pero sí mucha voluntad y amor por la naturaleza, comenzó sus estudios sobre el comportamiento de los gorilas de montaña a quienes llegaría a considerar como su familia, logrando grandes contribuciones al conocimiento de esta especie.

Para sus investigaciones tomó como base y guía el trabajo de campo de George B. Schaller (primer naturalista que estudió a los gorilas de montaña) y puso en práctica muchos de los métodos que Jane Goodall utilizó en el estudio de los chimpancés. Uno de los métodos consistía en otorgarle un nombre propio a cada individuo cuando se fuera capaz de reconocerlo, de este modo podría diferenciarlo de los demás y observarlos con mayor facilidad. Logró acercarse a los animales gracias a su intuición que le indicó que mientras menos ellos la diferenciaran, más le permitirían acercarse. Imitaba sus sonidos y comía ruidosamente apio salvaje al igual que ellos.

Por más de 15 años, su vida estuvo dedicada a la investigación, protección y promoción del gorila de montaña, pero también a la lucha contra los cazadores furtivos que veían en el gran primate un buen negocio, vendiendo sus manos como ceniceros y sus cabezas como trofeos. Realizó un censo poblacional, hizo observaciones y registros de su comportamiento, las interacciones sociales de los individuos, entre  madre e hijo, alimentación, estrategias ecológicas, parentesco, vocalizaciones, distribución, movimiento, reproducción y desarrollo. Sus aportaciones cambiaron mucho las nociones que se tenían acerca de los gorilas, sobre los cuales existía el prejuicio de que eran seres violentos y carnívoros. Dian Fossey logró cambiar la percepción negativa acerca de estos primates, al demostrar que son seres tranquilos y con estrechos lazos sociales, muy similares con la conducta humana. Creó el Fondo Digit (que actualmente se llama Fondo Internacional de Gorilas Dian Fossey en honor al trabajo que ella desarrolló), para recaudar fondos para la conservación de los gorilas de montaña. Muchos opinan que si ella no hubiese dedicado su vida a esto, los gorilas pertenecerían hoy a la lista de especies extintas.

La “Conservación Activa”, haciendo amigos y enemigos

Por su extrema dedicación a los gorilas, ha sido admirada y elogiada por muchos. Se convirtió en un modelo a seguir, incluso hoy en día es una figura icono en la conservación. Quiso proteger a sus primates favoritos a través de su controvertida "conservación activa", que ella misma definió como extrema, y que incluyó la financiación de una patrulla contra la caza furtiva. Llegó a decir que emplearía métodos de tortura, la quema de sus pertenencias y el secuestro de los hijos de los cazadores furtivos si era necesario. Pretendió imponer sus propias leyes e hizo enemigos de la gente del lugar, sin tomar en cuenta que se encontraba trabajando en un sitio en el que las condiciones económicas, sociales y políticas no permitían que la conservación de la vida silvestre se viera como un asunto prioritario. 

Muchas personas a nivel mundial opinaban que era de trato poco diplomático, que no mostraba ninguna atención hacia la gente nativa y que no se preocupaba por mostrarles los avances ni la importancia de sus investigaciones. Al contrario pretendió intimidarlos pronunciando maldiciones contra los cazadores para asustarlos, por lo que se le llegó a considerar una bruja (en África la idea de la brujería está muy arraigada). Aunque se ha sugerido que algunas de estas historias han sido exageradas, lo cierto es que sus métodos le permitieron hacerse tanto de amigos como de enemigos, generando críticas a sus métodos de trabajo, pues en artículos y documentales, ella exhibió las autoridades ruandesas como incompetente en la protección de los gorilas de montaña. Asimismo, sus métodos de estudio han sido criticados, por la cercanía y contacto que exhibía con los primates. Muchos investigadores consideran que no siguió la principal regla de los estudios de conducta: la separación entre el investigador y el sujeto de estudio. Aun así, se convirtió en la primera en conducir un estudio de largo plazo y permanente con esta especie en su hábitat natural.

Dian Fossey murió asesinada a la edad de 53 años el 26 de diciembre de 1985. Sus restos descansan en un cementerio que ella misma construyó para sus amigos gorilas muertos en Ruanda.

Su legado

Sin duda alguna las contribuciones de Dian Fossey en el conocimiento acerca de los gorilas de montaña, han sido de las más significativas. Ella describió procesos tan importantes como la migración entre los grupos, el desarrollo de infantes, casos de infanticidio y muchos otros aspectos ecológicos. Su trabajo contribuyó en gran parte a la recuperación de la población de gorilas y a la desmitificación de su comportamiento violento. Sin duda, es la responsable de que actualmente aun sea posible observarlos en su hábitat natural. El último censo realizado de los gorilas de montaña en Virunga mostró que su número aumentó de 260 individuos en los tiempos de Fossey, a aproximadamente 480 en 2010. Esto hace que el gorila de montaña sea la única población de grandes simios que ha mostrado un aumento en su población en las últimas décadas. Hoy en día, el Parque Nacional Virunga es considerado patrimonio de la humanidad y es visitado por un gran número de turistas, cuyas contribuciones ayudan directamente a la conservación de esta especie y su hábitat, asimismo, se promueve la convivencia con las comunidades humanas nativas.

Aunque la problemática que ha puesto en riesgo a esta y muchas especies a nivel mundial todavía existen, debemos reconocer que Dian Fossey fue una mujer increíble, que se marchó sola a estudiar a los gorilas de montaña. A su manera, luchó por la conservación de esta especie. Tal vez sus métodos eran poco convencionales, pero sembró una semilla positiva en muchos. La última nota de su diario decía: “Cuando te das cuenta del valor de la vida, uno se preocupa menos por discutir sobre el pasado, y se concentra más en la conservación para el futuro”.

 

Fotografias

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