La topografía de la ciudad de Xalapa y su Zona Metropolitana; es accidentada con un relieve irregular, de fuertes pendientes y barrancas profundas. Este relieve lo cubren principalmente suelos derivados de rocas volcánicas extrusivas, así como suelos volcánicos residuales alterados, modificados y transformados in situ por los propios agentes ambientales (en un proceso llamado intemperismo)  que han actuado sobre ellos durante periodos de tiempo muy largos.  El material resultante puede ser poco apto para la urbanización. La respuesta ingenieril de los suelos residuales de origen volcánico localizados entre los trópicos y expuestos a abundantes lluvias, como es el caso de la vertiente volcánica del Golfo de México perteneciente a Veracruz, constituye un ejemplo de los desafíos de la relación entre la ingeniería civil y el entorno natural, por el impacto mutuo que se produce entre las obras civiles y el ambiente así como por las reacciones ante los cambios y afectaciones resultantes.

Los suelos volcánicos residuales tienen características y propiedades singulares. Una característica, quizá la más importante, es la variación de su resistencia, la fragilidad y vulnerabilidad de su respuesta así como de sus propiedades mecánicas en respuesta a cambios en el contenido de agua que adquieren al infiltrar el agua de la lluvia o los escurrimientos superficiales o los que ocurren en el cuerpo del suelo (subsuperficiales). En general se considera a los suelos volcánicos residuales de consistencia firme a media en estado inalterado, de falla frágil en grumos y bloques de consistencia blanda bajo remoldeo, de plasticidad media a alta, disgregables por la acción del sol y del agua, fisurados como la roca de origen, capaces de fluir como lodo viscoso cuando absorben agua y que permanecen firmes y resistentes si su estructura es respetada, afortunadamente caso que frecuentemente vemos en muchos sitios de la ciudad de Xalapa y su zona metropolitana.

Los suelos residuales exhiben propiedades semejantes a las de las rocas blandas. Son estables y competentes para soportar cargas si se conservan confinados y empacados por factores topográficos o geológicos que los protegen de la alteración cuando son expuestos a los agentes del intemperismo. Cuando no están confinados y empacados  se disgregan y bajo la acción del agua de lluvia se trasforman en suelos blandos a muy blandos, pegajosos e inestables, por lo que pueden deslavarse o derrumbarse y fluir como lodos viscosos con facilidad.

Los suelos de origen volcánico están constituidos por arcillas y limos de plasticidad media a alta, razón que explica su comportamiento inestable y frágil si no están confinados, y los hace también susceptibles a la erosión hídrica; se agrietan tanto por las lluvias como por la sequía, ejemplo de ello son los taludes expuestos a la intemperie que eventualmente se desgajan y deslizan. La temporada de lluvias se intensifica con los huracanes, tormentas tropicales y se extiende con los frentes fríos. La vegetación juega un importante papel en la conservación de estos suelos particularmente el bosque mesófilo de montaña o de niebla. Este servicio ambiental del bosque de niebla ha sido muy afectado en la conurbación de Xalapa por la extensa superficie de ocupación irregular sobre sitios considerados de bajo valor inmobiliario por estar en lugares de alto riesgo pues es relativamente fácil estimar cuáles terrenos son susceptibles a deslizamientos de laderas.  Por lo tanto más grave aún es que, se puede estimar con antelación que esos sitios de bajo valor inmobiliario son también áreas de alta peligrosidad.  En contraste, y si se logra conservar la vegetación natural, resultan de alto valor ecológico y paisajístico.

En el caso de los asentamientos irregulares, la construcción de la exposición social a la vulnerabilidad implica en esta lógica el uso de terrenos de menor costo mercantil. Es así que la población de escasos recursos paga aparentemente un bajo costo para obtener su vivienda a expensas de correr el riesgo de perder su precario patrimonio y en ocasiones hasta la vida. Estos atributos corresponden con la imposibilidad de proveerles servicios e infraestructura en condiciones económicamente competitivas. Se tienen datos que permiten estimar que la urbanización en un suelo poco apto acaba costando 2 ó 3 veces más que lo normal y los costos de la edificación pueden aumentar hasta en un 50%.

El resultado es que los habitantes de ocupación irregular padecen constantes amenazas ambientales como deslizamientos, derrumbes y deslaves en las partes altas e inundaciones en las partes bajas. Sobre todo en la periferia de Xalapa, se reportan datos muy diversos sobre el número de colonias afectadas anualmente. Los habitantes de al menos 20 colonias cada año registran deslaves o inundaciones debido a que están asentados en zonas de alto riesgo.

En el desarrollo urbano ocurre que las zonas de mayor riesgo son usualmente algunas de las colonias de la periferia donde los habitantes construyeron sus casas en laderas de cerros, terrazas rivereñas o francas llanuras de inundación de ríos o arroyos, muchas de ellas son irregulares. Entre las colonias más frecuentemente afectadas por episodios de daño por fenómenos naturales extremos se encuentran las colonias Veracruz y Luis Donaldo Colosio. Año con año se reportan deslaves en ellas y sus habitantes y los de los alrededores están en constante riesgo por no contar, de acuerdo con el punto de vista de los colonos, con muros de contención que los eviten. La colonia Fredepo asentada en las márgenes de un arroyo está en constante riesgo, sobre todo en la época de lluvias, porque el arroyo puede desbordarse y arrasar con las viviendas. En otros sitios las calles de terracería “desaparecen” o se convierten en “ríos” tras una fuerte lluvia y no se puede transitar, por lo que quedan prácticamente incomunicados y privados de suministros.

El acceso a una vivienda segura para los habitantes de escasos recursos es casi imposible, lo que significa que la situación de pobreza en la que se encuentra este sector de la población orilla a muchas personas a vivir en condiciones de gran vulnerabilidad como se observa al oeste de la ciudad. La mayoría de esos asentamientos se localizan en laderas de cerros, propensas a deslizamientos y deslaves que bien valdría la pena buscar reubicarlas. Sin embargo cabe la pregunta ¿Es esto posible en la ciudad de Xalapa, capital del estado de Veracruz? El problema es que realmente queda muy poco suelo urbanizable, lo que agrava la posibilidad de atender a la población menos favorecida. Mientras se encuentran soluciones a una situación de tal complejidad no hay que olvidar que los problemas del funcionamiento urbano se agravan, esencialmente, con la desaparición de la cubierta vegetal que, entre otras cosa, da sujeción al suelo, por lo que una estrategia fundamental es la conservación y la recuperación de la cobertura vegetal, y proveer drenaje de los escurrimientos del agua de lluvia.

En el estado de Veracruz el Congreso aprobó la “Ley para frenar asentamientos irregulares en Veracruz” instrumento normativo que observa la dinámica de los asentamientos irregulares.  Se promulga con el fin de favorecer una mejor supervisión y vigilancia de los procesos del crecimiento habitacional en las ciudades con mayor aumento poblacional en el estado, además de verificar que los asentamientos se realicen en terrenos aptos para la construcción de vivienda, respetando las áreas de preservación ecológica, márgenes de ríos y cuerpos de agua, zonas de humedales y pantanos. Además se debe introducir formalmente el requisito de una evaluación de las amenazas, un mapeo de elementos bajo riesgo, la evaluación de vulnerabilidad y la estimación de costos. Todos ellos factibles de ser realizados por iniciativa de las instancias delegacionales, municipales y estatales, así como por los propios habitantes organizados, con el auxilio de los apoyos técnicos y científicos que faciliten su atención eficaz. Esta política debe ser también aplicada a los próximos asentamientos autorizados que no están exentos de sufrir siniestros como es el caso de la Unidad Habitacional Xalapa 2000 que frecuentemente sufre de deslizamientos de tierra o la Unidad Habitacional Nuevo Xalapa donde un deslave recientemente afectó a varios edificios.