Como redacta la historia, el modelo de desarrollo humano ha estado siempre basado en la explotación de los recursos naturales, pero es desde los origenes de la revolución industrial, dicha explotación ha ido sobrepasando los límites de la sostenibilidad, poniendo incluso en riesgo la propia viabilidad de muchas actividades humanas.

A pesar de ello, se han desarrollado esfuerzos para preservar el patrimonio natural, siendo así que numerosos científicos trabajan ardúamente para investigar y presentar resultados plausibles que demuestren esta cruda situación y sobre todo intentar plantear acciones prácticas para revertir el deterioro ambiental. Desafortunadamente, novedosos reportes sugieren que la destrucción de la Tierra va a un ritmo más acelerado que los procesos de conservación.

Es justo entonces cuando nos podríamos preguntar ¿porqué estos esfuerzos no son suficientes? ¿es una situación inevitable o quizás no se está usando la herramienta adecuada? Es obvio que la voz de la investigación científica es necesaria en esta problemática ambiental ¿Pero de ellos depende la conservación de la naturaleza?

 Si bien es cierto, la comunidad científica sólo es una pequeña parte de la población mundial, dónde el alcance de estos resultados pocas veces trasciende,o si acaso se percibe en unas cuantas revistas de divulgación científica o congresos (que además son generalmente entre especialistas).

No cabe duda que nuestra responsabilidad ética es proteger nuestro entorno natural, ya sea desde la perspectiva cientifica o desde cualquier otra perspectiva o conocimiento popular. Es así que existen diferentes concepciones de la naturaleza que han ido variando con el tiempo y recibido influencias de la religión, la filosofía y la ciencia. Si nos quedamos con una sola visión, cometemos el error de tratar el tema de forma reduccionista. Un ejemplo de ello es el enfoque occidental,  que habitualmente se caracteriza por priorizar el conocimiento meramente científico dejando al margen la opinion de las personas que viven y/o comprenden estos problemas en el ir y venir del día a día. La solución es sin duda, optar por proyectos interdisciplinarios, una visión integradora que muchos ya reconocen pero que a su vez, sigue siendo un debate entre las grandes escuelas y especialmente en los que se consideran “cientificos puros”.

Una alternativa para intentar abordar esta problemática de manera holistica es fomentar el espiritu crítico de la sociedad  y por otro, se requiere hablar un lenguaje que todos podamos entender, por ejemplo: la imagen.

La imagen ha trascendido de momentos y situaciones fijas hasta escenas moviles como el caso del cine, el cual ha sido desde su nacimiento, el más poderoso vehículo de transmisión de conocimientos y de culturas, aportando a sus espectadores infinitas posibilidades de encuentro con paisajes, naturaleza, lugares y costumbres. No solamente eso, sino que además ha sido, y sigue siendo en ocasiones, militante activo en la lucha por la defensa del ambiente. En este caso, un género del cine que pretende expresar un aspecto más ajustado a la realidad, se conoce como documental. Éste no es una elaboración de una idea, sino una traducción, una reflexión para impregnar una emoción.

Con la herramienta del documental, tenemos a nuestra disposición multitud de temas para abordar problemáticas ambientales, y sobre todo, muchas opciones para hacer visible y/o accesible un problema que de otra forma seguro tiene menos impacto.

Asimismo, la tecnología (que hace posible muchos de los avances de la especie humana), permite también acceder a lugares insospechados de la naturaleza, y nos da acceso inclusive al interior de los seres vivientes más pequeños y, en caso extremo explorar el espacio.

Toda esta transmisión de información no sucede de la misma manera cuando se trata de un trabajo meramente científico, donde generalmente no se puede llegar a tales puntos de sensibilización. Esto es probablemente debido a  la falta de comprensión de procesos complejos que involucran tener un conocimiento previo a la investigación. En pocas palabras, el lenguaje cientifico es el lenguaje vital para la comprensión del entorno, pero ese lenguaje pocas veces trasciende por no tratarse de un lenguaje universal.

Así pues, en cuestión de concienciar a la población acerca la conservación de las especies, la principal meta consiste en que el mensaje tenga un alto nivel de impacto, sea accesible y efectivo. En este caso, los periódicos, el televisor o la radio también son una buena herrramienta de difusión pero, recientemente, las redes sociales han ido cobrando un  un papel muy importante en esta transmisión de información.

Veamos un pequeño ejemplo de ello. Por un lado, International Journal of Primatology (editor J. Setchell) es una importante revista de alto impacto dedicada a la investigación actual en primatología (estudio de los primates no humanos). El ranking de los últimos 90 días en descargas de documentos es, en primer lugar de 461, en segundo lugar de 451 y, en tercero, de 341. Por otro lado, si estas cifras las comparamos con Youtube, dónde existe un canal de National Geographic,éste ya tiene más de un millón de suscriptores y más de 865 millones de reproducciones. Particularmente el video más reciente tiene37,109 reproducciones con tan sólo 4 días de estar disponible en la red.

Realmente, las cifras hablan por sí solas. Además las redes sociales obran en combinación (Facebook o Twitter), donde la difusión se vuelve exponencial y, además, incorpora la opción de interactividad, donde uno mismo desde casa puede dar su opinión respecto un video o una publicación.

Recientemente, se han ido incorporando estas herramientas en la comunidad científica y, en el caso de algunas revistas, hoy en día ya se permite compartir algunos de los reportes con las redes sociales desde la misma página web

Es necesario recordar que, tras toda obra audiovisual se requiere una investigación previa y, en el caso de la conservación de una especie, la asesoría científica; sin ello jamás sabríamos el estado de peligro de extinción se puede encontrar. Y además, los documentales, utilizan los recursos tecnológicos a su alcance, para mostrar al mundo, tanto la belleza como la degradación de la naturaleza.Por consiguiente, cine y ciencia deben ir de la mano, los dos válidos y necesarios y, además, juntos obran como herramienta de mayor impacto.

Por ejemplo, a nivel mundial, David Attenborough o Jaques Cousteau, son algunos de los documentalistas más reconocidos y vistos en multitiud de televisores. Antes del comandante Cousteau, solamente se conocía la superficie del océano, mientras que sus profundidades constituían un mundo desconocido y amenazador.

No obstante, los actores locales no son menos importantes, pues precismente la virtud del documental es su potencial de difusión. Éstos ayudan a dar voz pública a los actores locales frente a los conflictos ambientales. Un ejemplo de ello sería el caso de la cancelación del proyecto de la mina de Caballo Blanco, en nuestro estado de Veracruz, cuya detención se logró en gran parte gracias a documentales sobre la zona, en combinación con las redes sociales.

En resumen, se pueden usar distintas técnicas, enfoques, incluir varios actores, contar una historia con palabras o tan sólo dejar que las imágenes la cuenten; pero no debemos olvidar que lo más importante nunca será el mensajero, sino el mensaje.Un mensaje respaldado por una buena investigación científica pero con la intención de que estos resultados lleguen a cuantas más personas sea posible.