Palabras clave: cultura maya, etnomicología, Mesoamérica 

A lo largo de la historia de la humanidad, las relaciones del hombre con el ambiente que nos circunda se han expresado de muy diversas formas. La apropiación de los recursos naturales y su transformación en satisfactores y objetos útiles para la vida (casa, vestido, alimentación) han posibilitado que los grupos humanos alcancen un desarrollo que les permita estudiar con mayor profundidad la naturaleza y elaborar ideas complejas acerca de las relaciones del hombre con su entorno y de las fuerzas que controlan la vida.

Entre las culturas que florecieron en la América precolombina destaca la cultura maya que ha sido reconocida por sus grandes avances tanto en las ciencias como en las artes. Los mayas dejaron como testimonio de su grandeza imponentes ciudades construidas en piedra que fueron a su vez sitios de culto para sus dioses y muestras del enorme poder de su cultura y estructura social. Todas las ciudades mayas hacen gala de una enorme precisión matemática y un increíble conocimiento astronómico. 

Sin embargo, existe un aspecto poco conocido de la cultura maya que ha llamado la atención de los expertos en hongos, las llamadas “Piedras-Hongo”. Las esculturas conocidas como “mushroom stones” (piedras hongo) están generalmente hechas de piedra volcánica, miden entre 30 y 35 cm de altura y pueden alcanzar un peso de entre 7 y 9 kg. Se ha reconocido en general, que dichas esculturas representan hongos adicionadas de figuras antropomórficas (con forma humana) y zoomórficas (con forma de animal). La parte superior de la escultura tiene forma de media esfera, con lo que asemeja el sombrero del hongo y presentan además una estructura cilíndrica que aparenta ser el pie del hongo (Figura 1). Las Piedras-Hongo se han encontrado en la región maya que abarca desde los Altos de Chiapas-Guatemala hasta el Salvador. Se conocen alrededor de 300 piezas, de la mayoría de ellas no se tienen datos exactos de su procedencia ni las condiciones en que fueron localizadas, lo cual dificulta conocer cual era su uso y función. La mayoría de estas piezas arqueológicas están resguardadas en museos de Guatemala, Suiza, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, muchas también forman parte de colecciones particulares. Se ha mencionado la presencia de al menos dos Piedras-Hongo, o fragmentos de ellas en México, pero no se ha podido comprobar su existencia. En nuestro país existe una pequeña figura de barro que es claramente tipo Remojadas (estilo artístico que floreció en Veracruz entre 100-800 dC) y que representa a una mujer con turbante tocando un hongo en posición suplicante o entonando un oráculo (Figura 2). 

Tal vez la más conocida de las Piedras-Hongo es la que el etnógrafo alemán Carl Sapper fotografió en 1898. Esta escultura procedente de El Salvador fue rápidamente asociada a un objeto que realmente tenía la intención de representar un hongo. Esta interesante pieza se encuentra en el Museo Rietberg de Zurich, Suiza. El primer autor de este trabajo posee una copia de esta interesante pieza (Figura 3).

El uso de las Piedras-Hongo por los antiguos mayas sigue siendo un misterio. Se han propuesto diversas teorías acerca de los posibles usos de estas interesantes piezas arqueológicas, la mayoría de estas teorías han sido descartadas. En un inicio se consideró que estas esculturas representaban símbolos fálicos, sin embargo, los símbolos fálicos utilizados por los mayas fueron muy distintos. Otra hipótesis es que las Piedras-Hongo sirvieron como una especie de banquillo para sentarse, pero esta idea se descarta ya que sería muy incómodo y poco práctico utilizarlas con tales fines. Otra teoría más propuso que se trataba de moldes utilizados para hacer la base de vasijas de barro, pero resulta poco probable utilizar esculturas tan elaboradas para confeccionar elementos de uso doméstico. En virtud de que algunas Piedras-Hongo tienen una base conformada por tres o cuatro patas, se expuso la teoría de que podría tratarse de representaciones de naves espaciales, dicha teoría, desde luego, se desechó de inmediato. Se ha observado que la mayoría de las Piedras-Hongo no provienen de tumbas de personajes importantes ni de sitios urbanos, sino más bien de campos o terrenos en donde se realizaba el cultivo del maíz. Por esta razón se considera que podría tratarse de una especie de marcador que se colocaba en los límites de las áreas de cultivo y que su uso podría estar relacionado con un mecanismo para atraer y prolongar la época de lluvias, lo que les confería, tal vez, un uso mágico agrícola.

El consumo de hongos alucinógenos entre diferentes grupos indígenas antes de la llegada de los españoles ha sido documentado por diferentes autores. Tal vez la hipótesis más atractiva acerca del uso de las Piedras-Hongo, es su relación con el consumo ritual de hongos alucinógenos. Sin embargo, Gastón Guzmán, uno de los más importantes expertos a nivel mundial en el conocimiento de los hongos alucinógenos, pensaba que la forma de las Piedras-Hongo no corresponde a la mayoría de las especies alucinógenas del género Psilocybe y por tal motivo, creía que dichas esculturas estaban más bien relacionadas con especies de hongos comestibles (Guzmán, 1990).

Las Piedras-Hongo esconden aún muchos enigmas, continúan atrayendo nuestra curiosidad y son una prueba de que los hongos fueron un importante elemento de la naturaleza para los antiguos mayas. En la actualidad los son hongos siguen inspirando a los artistas y una muestra de ello es la figura de barro titulada “El señor de los hongos” cuya autora es Isabel Lasserre Bonilla, artista plástica veracruzana (Figura 4).

Como quedan una gran cantidad de preguntas en el aire, tendremos que seguir estudiando a las increíbles Piedras-Hongo...

 

Referencias

  • Guzmán, G., 1990. La micología en México. Una reseña histórica de sus tradiciones, inicios y avances. Revista Mexicana de Micología 6: 11-28.
  • Illana-Esteban, C., 2010. Los hongos de piedra de Mesoamérica. Boletín de la Sociedad Micológica de Madrid 34: 371-374.
  • Ohi, K., M.F. Torres, 1994. Piedras-Hongo. Museo de tabaco y sal, Tokio.

 

Pies de figura

Fig 1. Vista frontal y lateral de tres piedras hongo con figura antropomorfa y zoomorfa.  Dibujos de Rumiko Nishikawa en Ohi y Torres 1994.

Fig 2. Mujer con turbante tocando un hongo. Figurilla de barro encontrada en la zona de las Remojadas, Veracruz. Figura de Kuniaki Ohi en Ohi y Torres, 1994.

Fig 3. Réplica de la Piedra-Hongo fotografiada en 1898 por Carl Sapper. Dicha réplica es propiedad del primer autor de este trabajo.

Fig 4. El señor de los hongos. Pieza original de la artista plástica veracruzana Isabel Lasserre Bonilla, propiedad del primer autor de este trabajo.