A nivel mundial, se conocen cerca de 8,300 especies de anfibios y habitan prácticamente en todos los continentes, con excepción de la Antártida. Además del gran número de especies que existen en el planeta, los anfibios poseen una gran variedad de atributos de historia natural que los hacen interesantes y en muchos casos, útiles para el ser humano. Las ranas, los sapos, las salamandras y las cecilias, pese a su aspecto enigmático y en ocasiones frágil, poseen cualidades que les han permitido desenvolverse adecuadamente en su entorno y permanecer en el planeta durante millones de años. 

Muchos de los atributos de los anfibios que pudieran parecernos curiosos o incluso sorprendentes, se relacionan con sus estrategias de sobrevivencia y para mejorar su desempeño en la naturaleza. Por ejemplo, muchas salamandras sacrifican su cola para alejarse de los depredadores. Si un depredador agarra la cola de una salamandra, esta se desprenderá y seguirá moviéndose aún después de haberse separado del cuerpo del anfibio. Mediante esta acción, la salamandra distrae al depredador y tiene tiempo para escapar. A la salamandra le crecerá una nueva cola unas semanas después y podrá desempeñarse adecuadamente. Cabe mencionar que un atributo que distingue a las salamandras del resto de los vertebrados es precisamente esa capacidad para regenerar partes de su cuerpo. Las salamandras tienen la habilidad de regenerar no solo la cola, también otras partes como las extremidades, los dedos e inclusive porciones del corazón y del cerebro. Esta capacidad de regeneración de varias partes de su cuerpo es objeto de estudio en diversos laboratorios alrededor del mundo. El conocimiento generado en este rubro ha ayudado a la regeneración de tejidos en personas con enfermedades particulares o que han sufrido un accidente.  

Así como las salamandras juegan un papel vital en la ciencia, las ranas y los sapos también lo hace y lo han hecho desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, en el Siglo XVIII el profesor de anatomía italiano Luigi Galvani, usó una pata de rana para mostrar cómo una reacción química podía producir una corriente eléctrica. Cuando el profesor tocó los extremos de la pata de la rana con dos metales diferentes, una carga eléctrica pasó a través de los nervios y los músculos, lo que provocó que la pata se moviera. Eventualmente, este descubrimiento derivó en la invención de la batería eléctrica. 

Otro ejemplo de una especie con cualidades sorprendentes y eventualmente útiles para el ser humano es la rana del bosque (Lithobates sylvaticus). Esta especie habita en Canadá y Alaska, permanece congelada todo el crudo invierno, característico de esas latutitudes, y cuando la temperatura comienza a aumentar a principios de la primavera, la rana se descongela y continua su vida sin tener secuelas por el congelamiento. Conforme la temperatura baja a finales del otoño, la rana comienza a hibernar, su respiración y latidos del corazón se detienen lentamente y hasta dos tercios del agua de su cuerpo se convierte en hielo. En la inmensa mayoría de los seres vivos, las células mueren cuando se congelan, debido a que dentro de las células se forman cristales de hielo de un tamaño tal, que provocan la ruptura de su membrana celular y de sus orgánulos. Para eludir este daño, las células de la rana del bosque se saturan de azúcares, lo cual provoca que los cristales de hielo en el interior de las células tengan un tamaño limitado y con ello se evita que la membranas celulares se perforen. El estudio de los mecanismos que permiten entender cómo estas ranas se congelan y descongelan sin afectar su sobrevivencia y desempeño, puede tener aplicaciones en el trasplante de órganos humanos.

 

Fotos

Foto 1. Salamandra de manchas negras (Pseudoeurycea nigromaculata). Especie que habita en la región montañosa del centro de Veracruz y con la capacidad de regenerar su cola. En la imagen se muestra un ejemplar con la cola en regeneración. Foto: José Luis Aguilar López y Eduardo Pineda/CONABIO.

Foto 2. Ajolote mexicano (Ambystoma mexicanum). Especie de salamandra nativa de México, usada en laboratorios de diferentes países para estudiar la regeneración de tejidos y órganos. Foto: Miguel Ángel Sicilia Manzo/CONABIO.

Foto 3. (slider) Rana manchada (Lithobates spectabilis). Las ranas, al igual que los sapos y las salamandras, son un modelo de estudio comúnmente usado para acrecentar el bienestar humano. Foto: José Luis Aguilar López/CONABIO.