Muchas de las actividades humanas producen daños colaterales al medio y en particular a los ecosistemas, entre las que destacan el establecimiento de ciudades y su rápido crecimiento, la colonización de nuevas áreas, el uso de extensiones de tierra más grandes para el cultivo de plantas útiles y crianza de ganado, la fragmentación de áreas naturales por la creación de vías de comunicación. Al tiempo, aumenta la demanda de insumos energéticos, se incrementa la industria de la transformación y son muy numerosos los motores de combustión. Todo ello contribuye al cambio ambiental y por lo tanto a la pérdida de biodiversidad, lo que repercute en la alteración funcional de los ecosistemas. 

Con respecto a la salud humana, los ecosistemas son indispensables como reguladores de la temperatura atmosférica, para garantizar la disponibilidad de agua y alimentos, para la purificación del aire, agua y suelo, así como para regular las poblaciones de parásitos y de organismos transmisores de agentes infecciosos al humano y otros animales. En concreto, si los servicios del ecosistema dejan de satisfacer las necesidades sociales, es muy probable que se produzcan diversos problemas que afecten la salud humana.

Considerando la transformación de los ecosistemas y su efecto en el cambio climático, además de la gran movilidad de personas y de productos en el mundo, favorecidos por la eficacia y rapidez de las vías de comunicación actuales, es posible que se introduzcan especies exóticas invasivas (insectos y patógenos), que se incrementen las áreas donde se distribuyen, aumente el número de casos y se extiendan los periodos del año en los que los artrópodos transmitan los patógenos produciendo enfermedades en más lugares, con mayor facilidad y por amplios periodos cada año. 

Las enfermedades transmitidas por insectos y otros artrópodos pueden dividirse en: 1) las que afectan principalmente al humano y 2) aquellas cuyos agentes causales se encuentran en vertebrados silvestres o domésticos y que pueden ser adquiridos secundariamente por el humano produciéndole enfermedad. Esta diferenciación es interesante, ya que el cambio climático y el deterioro de los ecosistemas favorece de manera distinta su comportamiento en cuanto al número de casos en un tiempo determinado (incidencia) y a lo largo del tiempo (prevalencia).

Enfermedades transmitidas por insectos que afectan principalmente al humano 

El dengue, la fiebre chikungunya, la fiebre por virus de Zika y la fiebre amarilla son enfermedades virales transmitidas por mosquitos zancudos. Estos virus exóticos que provienen de Asia y África son transmitidos por dos especies de mosquito que también fueron introducidos al país: el Aedes aegypti (Fig. 1) y el Aedes albopictus (Fig. 2).

En México, el Aedes aegypti se ha mantenido colonizando las áreas urbanas y rurales, estrechamente relacionado a las viviendas y utilizando los cuerpos de agua acumulada en recipientes artificiales. En cambio, el Aedes albopictus además de aprovechar los mismos recursos indicados para la otra especie, aprovecha también los ambientes periféricos a los asentamientos humanos utilizando también el agua que se acumula en huecos de roca, oquedades de troncos y axilas de hoja de diversas plantas, con capacidad de invadir ambientes naturales modificados por el humano.

Es precisamente el grado de modificación de los ecosistemas por acción del humano lo que permite su desarrollo. Encuentran recipientes artificiales con agua prácticamente todo el año en las viviendas o sus alrededores, sin depredadores ni otras especies que compitan por los recursos (Fig. 3). Por ello, puede decirse que son especies afines al humano que aprovechan los ambientes modificados. Por si fuera poco, las grandes ciudades con amplia cobertura de concreto y una alta cantidad de motores de combustión, son sitios en los que la temperatura es más elevada en comparación con sitios que tienen cobertura vegetal, lo que propicia las condiciones favorables para su presencia. Ese es el caso del reciente brote de dengue en las ciudades de Coatepec y Xalapa, donde hace pocos años los mosquitos vectores no se encontraban y no ocurría esta enfermedad. La deforestación, el aumento del área destinada a las viviendas y el aumento de la temperatura durante temporadas más largas del año, han facilitado la expansión geográfica y a lo largo del año de estas dos especies de mosquito transmisores.

Enfermedades de los animales transmitidas por insectos que afectan también al humano

Un ejemplo es la enfermedad de Chagas presente en 21 países de América. El protozoario Trypanosoma cruzi se encuentra infectando naturalmente alrededor de 100 especies de mamíferos silvestres y es transmitido por varias especies de chinches (Fig. 4). Las chinches se encuentran normalmente en áreas con vegetación natural pero la luz artificial de las viviendas las atrae por lo que pueden establecerse en los alrededores de las viviendas o dentro de ellas encontrando alimento en las aves de corral, gatos, perros, roedores y humanos. Estas chinches no tienen preferencia por alimentarse de sangre de algún animal en específico, por lo que, si disminuyen las poblaciones de especies silvestres y aumentan las de animales domésticos y del hombre, aumenta la probabilidad de que transmitan el protozoario al humano. 

Conforme se ha requerido de nuevas áreas para asentarse, los poblados quedan muy cerca de la selva y los animales silvestres de los cuales se alimentaban las chinches y que son los reservorios del patógeno van escaseando. Al no poder alimentarse de la sangre de sus hospederos naturales, comienzan a hacerlo del humano, pudiéndoles transmitir este parásito. Esta enfermedad es sensible a la pérdida de biodiversidad y a la alteración del funcionamiento normal del ecosistema.

Estos son ejemplos bastante elocuentes de que la modificación o deterioro de los ecosistemas y el efecto del cambio climático propician el aumento de la morbilidad de las enfermedades transmitidas por vector. Aun cuando cada enfermedad responde de manera diferente a los cambios en los ecosistemas, es posible reconocer que el cambio ambiental y la pérdida de la integridad ecosistémica favorece de una u otra manera la prevalencia, la incidencia y el cambio en los patrones de distribución de los patógenos e insectos que los transmiten. 

 

Fotografías

Fig 1. Aedes aegypti (foto BugGuide.net)

Fig 2. Aedes albopictus (foto César A. Sandoval-Ruiz)

Fig 3. Depósito a la intemperie de neumáticos usados donde se desarrollan larvas de Aedes aegypti y Aedes albopictus. (foto Sergio Ibáñez-Bernal).

Fig 4. Triatoma dimidiata (foto César A. Sandoval-Ruiz).