Un mojón puede estar rebosante de estos bellos insectos. Está el escarabajo rojo brillante con un enorme cuerno que sale de la cabeza y se proyecta hacia atrás como si quisiera rascarse el lomo, o el inquieto y peleonero escarabajo verde de no más de 7 a 10 milímetros que hace una bola de estiércol y lucha incansablemente con otro de su mismo porte que pretende quitarle tan valioso recurso; la razón es que con esta bola de alimento los machos atraen hembras que son aparentemente indistinguibles para el ojo humano, pero no para el del escarabajo. Ellos se reconocen, entre otros medios, por el olor, uno para el macho, otro para la hembra.

La fascinación por tan llamativos animalillos es tan vieja como la misma humanidad y los nombres científicos que se les han dado a algunos de ellos se relacionan con la mitología, principalmente de la cultura egipcia. La capacidad de observación del comportamiento animal en las antiguas culturas no deja de asombrarnos. El ciclo de vida de estos insectos impactó la mente de los antiguos egipcios. Por ejemplo, en la mitología egipcia, la bola que construyen los escarabajos rodadores del estiércol y en la cual es depositado un huevo que dará origen a un nuevo escarabajo, simbolizaba para los egipcios el disco solar. El Sol es fuente de la vida sobre la tierra y atributo de Ra el dios del cielo y del Sol, así como creador de la vida, pero también responsable del ciclo de la muerte y la resurrección. EL nombre científico de la especie más famosa, el escarabajo sagrado, es Kheper sacer (antes Scarabaeus sacer). Kheper significaba para los antiguos egipcios: ser, existir, devenir. Se considera que simbolizaba la existencia del hombre en la tierra. Quedó registrada en piedra la imagen de estos escarabajos y se pueden ver réplicas en diferentes museos del mundo de estos escarabajos sagrados, inclusive puede uno comprar su escarabajo sagrado en las tiendas afuera de estos museos (Figura 1). Estaban tan arraigados los escarabajos del estiércol a la cultura egipcia, que hace dos años se anunció el descubrimiento de momias de una gran cantidad de estos escarabajos, junto con momias de otros animales como gatos y cocodrilos en tumbas egipcias en la necrópolis egipcia de Saqqara, al sur de El Cairo.

En la mitología griega el Minotauro era un ser con cabeza de toro y fue encerrado en un laberinto para retenerlo, así un escarabajo del estiércol recibe el nombre de Typhaeus typhoeus, el escarabajo minotauro. Otro grupo de escarabajos del estiércol asociado a la mitología griega pertenece al género Sisyphus, nombre que se debe a Sísifo rey de Efira en la isla de Corintos y que fue obligado por su conducta egoísta y engañosa a rodar una gran roca cuesta arriba, pero el castigo consistía en que casi al llegar a la cima resbalaba y tenía que, indefinidamente, volver a subir la cuesta. Cualquiera que ha tenido el tiempo y paciencia de ver a un escarabajo rodar su bola, entenderá porqué este nombre, dada la obstinación de los escarabajos de subir una cuesta, tantas veces como sea necesario hasta lograr su objetivo.

¿Qué pasa en América y los escarabajos del estiércol? ¿se asocian a mitologías y creencias de los antiguos habitantes? Aunque se sabe de los nombres que los antiguos habitantes de México les daban a estos escarabajos en diferentes regiones, no se tenía ningún registro previo de un equivalente a los escarabajos sagrados del antiguo Egipto. En particular en el recinto sagrado de Tenochtitlan se han hecho una gran cantidad de exploraciones arqueológicas que ponen de manifiesto el estrecho vínculo entre la cosmovisión mexica y los animales, pero no con insectos. Tuve la oportunidad, como lo he comentado en ocasiones anteriores, de participar con los arqueólogos de Templo Mayor en la identificación de un escarabajo estercolero, Canthon cyanellus (Figura 2), encontrado en una ofrenda asociada al Mictlan (el mundo de los muertos). Este escarabajo pertenece a los tecuitlaololos, cuyo nombre deriva de cuitlatl (mierda) y cololoa (la redondea), y a dondequiera que ve mierda, la redondea, la hace bola; y la va haciendo rodar, la lleva (véase Códice Florentino). El escarabajo, que resultó ser una hembra, estaba embebido en una bola de copal que, de acuerdo con nuestro estudio, representaba un escarabajo sobre una bola de estiércol o de carroña, ya que esta especie es necrófaga. Su presencia en dicha ofrenda lo asociamos con Mictlantecuhtli, la muerte y el más allá.

Tenemos mucho que investigar todavía sobre la relación entre los antiguos habitantes de Mesoamérica y los escarabajos del estiércol y sobre los posibles paralelismos de las diferentes culturas antiguas en su cosmovisión. Por ejemplo, como mencioné en párrafos anteriores, para los antiguos egipcios la bola de estiércol que fabrica el escarabajo sagrado simbolizaba el disco solar, fuente de la vida sobre la tierra y que era un atributo de Ra el dios del cielo, del Sol, y creador de la vida, pero también responsable del ciclo de la muerte y la resurrección. En el caso de los mexicas y sus contemporáneos, relacionaban a los escarabajos del estiércol con el Mictlan (“Mundo de los Muertos”), inframundo oscuro, frío, húmedo y fétido, lugar de la descomposición. Además, la bola de copal con el escarabajo estaba en el extremo poniente de la Ofrenda y el poniente es el rumbo de ocultamiento del Sol y lugar de inicio de su recorrido nocturno por el mundo de los muertos. Finalizo este breve análisis mencionando que las creencias mitológicas de este grupo de insectos en las culturas pasadas tienen, en buena parte, sus fundamentos en la biología misma de los escarabajos del estiércol.

 

Pies de figura

Fig 1. Reproducción del escarabajo sagrado en piedra – Mario Enrique Favila

Fig 2. (página de inicio) Macho y hembra de Canthon cyanellus rodando una bola de alimento en la selva de Los Tuxtlas – Mario Favila

 

Referencias

  • Gonzalo Halffter y Erick Matthews. 1966. The Natural History of Dung Beetles of the Subfamily Scarabaeinae (Coleoptera, Scarabaeidae). Folia Entomológica Mexicana 12-14, pp. 1-308.
  • Jean Pierre Lumaret. 1980. Les Bousiers. Collection Faune et Flore. Balland. SSA 82nd Annual
  • Mario Favila, Leonardo López Luján, Janet Nolasco Soto, María Barajas Rocha and Erika Lucero Robles Cortés. First Report of a Dung Beetle (Canthon cyanellus Leconte) Found in an Offering of the Great Temple of Tenochtitlan. Meeting. Society for American Archaeology, Vancouver, Canada. 29 de marzo al 2 de abril, 2017.