Los humedales, sus funciones y su papel en el almacenamiento de carbono atmosférico

José Luis Marín Muñiz y María Elizabeth Hernández Alarcón

Cuando escuchamos la palabra humedal generalmente nos imaginamos un sitio húmedo y precisamente se trata de sitios cuyo suelo se encuentra saturado de agua. Es decir, que existe una columna de agua sobre la superficie del suelo o ésta se encuentra a pocos centímetros debajo de la superficie del mismo. En los humedales, aparte del suelo y el agua, otro de los componentes característicos de dichos sitios es la vegetación. Existen diferentes tipos de humedales, por lo cual, también hay una gran variedad de definiciones.

Una de las definiciones más conocidas y utilizadas  es la de la convención RAMSAR. Este es un convenio internacional cuya prioridad es la de proteger los humedales y el cual fue iniciado en Ramsar Irán en 1971. Dicho convenio define a los humedales como todas aquellas extensiones de marismas, pantanos y turberas o superficies cubiertas de agua, ya sean éstas de régimen natural o artificial, de forma temporal o permanente, de forma estancada o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluyendo las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de 6 metros. Como podemos ver, esta definición es bastante amplia, lo cual resulta indeterminado. En el lenguaje común y corriente  a los humedales se les denomina charqueras, pantanos o manglares a los ubicados en la costa.

Los tipos de humedales existentes varían con respecto de su localización, régimen de inundación o tipo de vegetación. En México, los humedales han sido clasificados principalmente en tres ámbitos.

  • Marinos y estuarinos: incluye aquellos humedales ubicados sobre la zona costera cuya entrada de agua es principalmente salada o salobre (mezcla de agua dulce y salada), debido a entradas ocasionales de agua dulce.
  • Lacustres: incluye aquellos humedales situados en zonas represadas como los lagos, y a aquellos humedales que se originan a orillas de éstos.
  • Palustres; dentro de esta clasificación se incluyen los humedales cuya entrada de agua es únicamente dulce, es decir, aquellos humedales que se ubican en las zonas de borde de ríos, lagunas de agua dulce o planicies inundables.

Los humedales son reconocidos por las múltiples funciones que desempeñan:

1) Sirven de hábitat, ya que brindan refugio para una gran variedad de fauna acuática, terrestre y de aves.

2) Se producen productos que sirven como materia prima para construcción, recursos alimenticios, medicinales y ornamentales, todos éstos, resultado  de los procesos químicos y biológicos de los humedales.

3) La belleza escénica y el aporte recreativo y educacional son funciones culturales de los humedales.

4) Regulan  procesos ecológicos esenciales para la vida, ejemplo de ello son los ciclos hidrológicos y de carbono.

A pesar de las múltiples funciones de los humedales, que resultan en servicios ambientales en beneficio para el hombre, son los humanos quienes han alterado y modificado drásticamente a los humedales. Las principales actividades antropogénicas que han dado pie a la pérdida de humedales son la tala excesiva,  contaminación y el cambio de uso de suelo. Entre los cambios de uso del suelo destaca, la transformación de humedales a potreros y el relleno de humedales, para la construcción de viviendas, centros comerciales o desarrollos turísticos. Los problemas que se generan con la pérdida de humedales están vinculados con la disminución de los beneficios de las funciones que los humedales desempeñan, que se traducen en servicios ambientales. Una función importante de los humedales es la regulación en el ciclo del carbono, en la cual ahondaremos a continuación.

En los últimos años, se han  incrementado las concentraciones de dióxido de carbono (CO2), -el cual es un gas de efecto invernadero- ocasionando aumento de la temperatura atmosférica, lo cual, podría producir impactos negativos en la calidad de vida de los seres vivos. El incremento  del CO2 atmosférico resulta de la quema de combustibles fósiles, incendios forestales, y degradación de humedales por el cambio de uso de suelo. Por lo anterior, es importante que el CO2 atmosférico en lugar de estar contaminando en el ambiente, sea retenido o almacenado. El panel intergubernamental de cambio climático menciona que la captura y almacenamiento de CO2 puede ser una alternativa de bajo costo para reducir las emisiones de dicho gas.

El CO2 atmosférico es absorbido por las plantas y convertido en carbohidratos y tejidos a través del proceso de fotosíntesis, como parte del ciclo del carbono. En los humedales, el almacenamiento de carbono no sólo se da en la parte área y radicular de las plantas, si no también, en el suelo. Cuando los residuos de la vegetación del humedal caen al suelo, el material vegetal se acumula y se forma una capa de suelo muy rica en materia orgánica. Parte de los residuos orgánicos de las plantas se degrada, aunque otra porción permanece sin descomponerse debido a las condiciones de inundación del suelo por lo que el material vegetal se incorpora al suelo como material orgánico no descompuesto. 

El almacenamiento de carbono de los suelos de humedales es uno de los principales servicios ambientales que dichos ecosistemas proveen. En México, los estudios sobre el secuestro de carbono en los suelos de humedales se han enfocado principalmente a ecosistemas de manglar. En suelos de manglares de Campeche se han reportado hasta 23 Kg Cm-2, en Nayarit, un promedio de 9.02 Kg Cm-2, en los suelos de manglares de Tabasco de 47 a 82 Kg Cm-2 y para la zona del Caribe, valores de 38 hasta 99 Kg Cm-2 han sido reportados para áreas de manglar y de 17.7 Kg Cm-2 en suelos de humedales herbáceos. En Veracruz, con financiamiento del consejo nacional de ciencia y tecnología (CONACYT),  a través de los fondos de Ciencia Básica y el fondo sectorial CONACYT-SEMARNAT, el Instituto de Ecología A.C., ha realizado  investigaciones sobre la función que los suelos de humedales tienen como sumideros de carbono. En humedales de agua dulce de la planicie costera centro-norte (Actopan-Tecolutla-), se encontraron valores de secuestro de carbono de 26 y 35 Kg Cm-2 en humedales herbáceos y arbóreos, respectivamente. Mientras que, en suelos que inicialmente fueron selvas inundables y que fueron taladas para su conversión a potreros, el carbono secuestrado fue solo de 20 Kg Cm-2, resultado del cambio de uso de suelo y la desecación de los humedales, lo que originó la liberación del carbono secuestrado hacia la atmósfera. Por lo anterior, resalta la importancia de promover y difundir la conservación y el respeto por los humedales y evitar las iniciativas destructoras, no sólo con la implementación de estrategias de concientización, o con la aplicabilidad de las normas correspondientes de conservación, si no también, considerando que las autoridades competentes generen opciones de trabajo a las personas que dependen permanentemente de los beneficios de los humedales.