Hijo de lince sale manchado

Karen Lorena Velásquez Carrillo, Salvador Mandujano Rodríguez

La coloración del pelaje en los animales juega un papel importante en muchos aspectos de su historia de vida, como la comunicación, la búsqueda de pareja o defensa ante depredadores. En el caso de los mamíferos, es posible encontrar una gran diversidad de pelajes y patrones de coloración, desde franjas como en las cebras, rayas en los tigres, rosetas en el jaguar, moteado como en los tigrillos, entre otros. También podemos encontrar variaciones de color en zonas particulares del cuerpo, como el típico antifaz de los mapaches, o las colas anilladas de cacomixtles y tejones.

En algunos casos, el patrón de coloración se puede perder o hacer menos visible cuando el individuo se hace adulto, por ejemplo, las crías de venado (cervatillos) y de pecarí o jabalí, presentan manchas blancas en el dorso, las cuales son útiles para ocultarse ante los depredadores.

En la mayor parte de los casos los patrones de coloración les brindan a los animales una forma de comunicarse o de ocultarse, ¡o eso creemos nosotros!, y de la misma manera los humanos podemos hacer uso de dichos patrones de coloración dentro de nuestras investigaciones. Ciertos patrones de pelaje pueden emplearse para la distinción entre especies y de igual manera en el reconocimiento de individuos, en este último caso, dicha información ha permitido acercarnos al conocimiento de las poblaciones en vida silvestre.

 

¿Para qué identificar individuos?

Si pensamos en las poblaciones humanas, estas han sido censadas a lo largo del tiempo, es decir, se realizan periódicamente recuentos de cuantas personas habitan una determinada provincia, ciudad o estado. Estos censos se pueden realizar ya que cada persona tiene una identidad que no se repite, permitiendo así saber si una población humana está aumentando o disminuyendo, y estimar por ejemplo los recursos que estas necesitarán a largo plazo.

No obstante, en las poblaciones silvestres la historia cambia, pues no todos los animales pueden ser diferenciados entre sí, lo cual dificulta hacer censos poblacionales para saber cuantos animales de una determinada especie se encuentran en un sitio o región en particular. Al igual que en los humanos, el conocimiento de las poblaciones en vida silvestre permite a los investigadores observar si se presentan cambios, es decir si están en aumento o disminución, y si se hace necesario desarrollar estrategias de control poblacional o de protección. Conocer el estado de las poblaciones y estimar su tamaño son tareas de gran importancia bajo escenarios de cambio, como los originados por la deforestación, la variación en los ciclos de lluvia, entre otros, ya que estos cambios para los animales en vida silvestre pueden ser críticos para el sostenimiento de sus poblaciones.

Existen diversas herramientas que nos permiten diferenciar individuos en vida silvestre, pero en la mayor parte de los casos son métodos costosos y que requieren de mucho tiempo, por lo que, desde hace una década aproximadamente, se han usado cada vez más las fotografías de especies en vida libre, pues nos dan mucha información de los individuos, sin la necesidad de realizar una captura física y por ende evitando interferir en sus comportamientos.

 

¿Cómo usamos el pelaje para identificar individuos?

La identificación de individuos a partir del pelaje se ha utilizado desde la década de los noventa, principalmente por el aumentó en el uso de cámaras trampa, las cuales toman fotografías de los animales de forma automática apoyándose en un sensor de movimiento. Un ejemplo clásico del uso de estos dispositivos es el de la obtención de registros en vida libre del tigre de bengala (Panthera tigris tigris). A partir de la comparación de cada una de las imágenes obtenidas, los investigadores lograron diferenciar a los individuos, y esto no hubiese sido posible sin el patrón de rayas presente en el pelaje de esta especie, como se dice coloquialmente, hijo de tigre sale pintado. Dado que los patrones de coloración no se repiten entre individuos, pueden ser tomados como una huella digital, y da la oportunidad a los investigadores de conocer a mejor detalle cuantos individuos estarían presenten en una población.

Sin embargo, no todos los animales presentan estas marcas de pelaje tan claras y fáciles de identificar. Un claro ejemplo es el del gato montés o Lince (Lynx rufus), el cual presenta algunas marcas de pelaje a lo largo de su cuerpo, que a pesar de ser pocas, pueden dar pistas acerca de la identidad de los individuos. Teniendo en cuenta lo anterior, nos preguntamos ¿cuántos individuos de gato montés podríamos reconocer a partir de fotografías de cámara trampa?

En nuestro caso, obtuvimos fotografías de gato montés en una localidad de selva seca en la Reserva de Biosfera de Tehuacán – Cuicatlán. Clasificamos las fotografías teniendo en cuenta los patrones de “manchas” observables en la parte dorsal de la cola y los presentes en el interior de sus extremidades. No en todas las fotografías nos fue posible identificar claramente un patrón de pelaje, por lo que más de la mitad de las fotografías fueron descartadas. Tomando como base aquellas fotografías que permitían identificar claramente un patrón de manchas, identificamos un total de diez individuos diferentes.

 

Además de poder distinguir a los individuos, pudimos observar sus movimientos entre cámaras, por ejemplo, uno de los individuos al cual bautizamos como “pincel”, ya que todo el final de su cola presentaba una mancha negra uniforme, fue fotografiado en diferentes cámaras, dándonos información de sus movimientos y desplazamientos en el área. Nuestros resultados aportan información al conocimiento de este felino, puesto que, aunque está presente en la mayor parte del territorio mexicano, se conoce poco de sus poblaciones en vida silvestre y más en ecosistemas como la selva seca.

 

Fotografías

Figura 1. Ejemplo de patrón de manchas en la parte interna de las extremidades.

Figura 2. Fotografía de una hembra de venado acompañada de su cría o cervatillo.

Figura 3. Fotografía del individuo al cual llamamos “pincel”